Era hijo de Marozia y de Alberico, duque de Espoleto. Fué elegido por la influencia de su madre, quien luego le tuvo encerrado permitiéndole sólo presidir alguna ceremonia. Muerto Guido de Toscana, Marozia contrajo matrimonio con Hugo, rey de Italia. Este hostilizaba a Alberico, hijo también de Marozia, el cual obligó a Hugo a huir de Roma y encerró a Marozia en el castillo de Santángelo y a Juan XI en Letrán, bajo una severa vigilancia. Roma fué gobernada por Alberico, que supo ejercer su poder con energía y acierto. Nos faltan, empero, datos precisos de cuanto Alberico hizo en Roma, y la misma vida de la ciudad no se manifiesta sino a través de algún tumulto esporádico que él sofocó, prontamente.
Juan XI, reducido al solo ministerio espiritual, murió, en enero del año 936, más digno de compasión que de censura, no porque su vida fuera indigna, ya que se ignoran sus pormenores, sino por su lamentable inercia.
Fué sepultado en San Juan de Letrán.
Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945