VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

Mons. GAUME - ¿PARA QUÉ SIRVE EL PAPA? (I)


Mons. Jean-Joseph Gaume

¿PARA QUÉ SIRVE EL PAPA?


PRÓLOGO de la 2ª edición (1861)


La Revolución no se cansa de atacar a la Iglesia. Nosotros no debemos cansarnos de defenderla. No se contenta con reproducir sus ataques de anteayer: cada día inventa otros nuevos o rejuvenece los viejos. A medida que se acerca el resultado, la lucha se vuelve más sencilla. De hora en hora, el Santo Padre se convierte en el objetivo cada vez más marcado de la Revolución.

Hace unos días, M. E. de Girardin afirmaba, en la introducción de un nuevo panfleto contra la Santa Sede, que sin el Papa y sobre todo sin el Papa-Rey, el mundo no dejaría de ser cristiano; en consecuencia, que no sería ni menos civilizado ni menos feliz que con el Papa. En otras palabras, es preguntar para qué sirve el Papa y provocar la respuesta: que Europa es ahora lo suficientemente fuerte y la civilización lo suficientemente avanzada como para prescindir del Papa.

Si miramos de cerca, encontraremos el mismo error al final de todos los folletos, discursos, artículos periodísticos e incluso conversaciones revolucionarias en un mundo determinado. Se está formando una opinión muy pública en esta dirección. Incluso las personas honestas se dejan engañar: hasta el punto de que la seducción de los espíritus se ha convertido en el gran peligro de la situación.

El ataque exigía defensa. El ataque es directo, la defensa debe serlo también. El ataque es de ayer: la defensa no se debe hacer esperar.

De ahí las páginas que vamos a leer.


I - ¿PARA QUÉ SIRVE EL PAPA?

No, no es un sueño. Después de mil ochocientos años de cristianismo, a mediados del siglo XIX, un siglo, se dice, de progreso y de ilustración, en las asambleas legislativas, en las salas de estar, en los cafés, en los talleres, en la intimidad del hogar, tanto en el campo como en las ciudades, millones de criaturas bautizadas han venido a preguntar, con una seguridad angustiosa: ¿Cuál es el propósito del Papa, especialmente del Papa-Rey?

Formulada en términos más o menos similares, ¿qué significa esa pregunta?, preguntémonos uno por uno. Significa que la noción del Papado, tal como la estableció el Hijo de Dios mismo, está siendo alterada de manera aterradora. Significa que el principio, el fundamento de la Iglesia, pasa del estado de doctrina al estado de problema. Significa que el poder preservador de las sociedades civilizadas, cae en medio, si no de la hostilidad, al menos de la indiferencia, que se ha vuelto contagiosa incluso entre los cristianos.

En cuanto a lo que llamamos mundo, la caída del trono de San Pedro le conmueve menos que una suspensión de pagos, menos que una caída de la Bolsa. Ahí, ni un miedo más, ni un baile menos.

En medio de este descarrilamiento general, una sola palabra sobre el Papa Pontífice y el Papa Rey. ¿Y por qué esta palabra? ¿Para prevenir desastres? Ya no es el momento, la vieja Europa puede compararse a un barco desarbolado, empujado por el huracán y dispuesto a saltar la gran catarata del Niágara.

¿Por qué esta palabra? Por dos motivos no carentes de gravedad. El primero, para resumir brevemente todo lo dicho sobre la cuestión pontificia, a fin de proporcionar a las almas rectas, en los días de peligro, un arma fácil y segura contra los sofismas revolucionarios. El segundo, para arrojar un último rayo de luz sobre el abismo sin fondo al que descenderá Europa sin el Papa.

Continuará...