30 de septiembre del Año del Señor
SAN JERÓNIMO,
Presbítero y Doctor
Del mismo modo que fuimos aprobados de Dios
para que se nos confiase su Evangelio,
así hablamos, no para agradar a los hombres,
sino a Dios, que sondea nuestros corazones.
(1 Tesalonicenses, 2, 4).
La vida de San Jerónimo, hombre rico de Panonia que se hizo bautizar en Roma y fue ordenado sacerdote en Antioquía, no es sino una serie ininterrumpida de trabajos emprendidos por la gloria de Dios. Secretario de S.S. el Papa San Dámaso, enseñó Sagrada Escritura y dio de ella, en latín, su famosa traducción conocida con el nombre de Vulgata, que aprobó el Concilio de Trento. Fue también el azote de las herejías. Su austeridad, sus continuos ayunos y su celo por la conversión de las almas, nos enseñan la virtud y el Evangelio más elocuentemente aun que sus palabras. Murió en el año 420, cerca de los 80 años de edad.
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis conceder a la Iglesia un admirable intérprete de las Sagradas Escrituras en la persona de vuestro confesor San Jerónimo, ayudadnos, en consideración de sus méritos, a llevar a la práctica la que enseñó con su palabra y sus actos. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN JERÓNIMO
I. Este santo Doctor abandonó la lectura de los autores profanos, por quienes tenia una especie de pasión, a fin de entregarse de lleno al estudio de los Libros santos. ¿Hasta cuándo perseguirás en tus estudios sólo tu agrado y tu interés? Mira hacia dónde tienden tus vigilias y tus trabajos, y trata de santificarlos mediante la rectitud de tus intenciones. Acuérdate siempre que hay que atribuir a la virtud más valor que a la ciencia. Ama la ciencia, pero prefiere a ella la caridad. (San Agustín).
II. San Jerónimo dejó la Ciudad eterna, en la que era colmado de honores, y fue a buscar, en la soledad de Belén, un refugio contra los peligros del mundo. Examina las ocasiones que tienes de ofender a Dios, y abandónalas. En el desierto es donde Jesucristo y un gran número de santos después de Él triunfaron de sus ataques. La gloria del desierto es triunfar del demonio que venció a nuestros primeros padres en el paraíso terrenal. (San Euquerio).
III. El pensamiento del juicio fue lo que movió a este gran santo a retirarse a la soledad y a imponerse las más rudas mortificaciones. Es menester que el sonido de aquélla trompeta terrible que deberá citarte ante el tribunal de Dios resuene continuamente en tus oídos. ¿Estás pronto a dar cuenta de tu vida? Piensa en ello a toda hora durante el día, tiembla, como lo hacía este santo; abandona los placeres y abraza la cruz. Cuando el sonido de la trompeta haga temblar la tierra y a los que la habitan, tú estarás gozoso. (San Jerónimo).
*Así es, mis queridos hermanos. A las almas escogidas, Dios las lleva siempre al desierto y al abandono extremo, permitiendo que sean traicionadas por aquéllos en quienes confiaban, como pueden ser sus propios familiares, sus amigos, y hasta quienes consideraban ser sus hermanos en la Fe. Dios hace esto para separar a esas almas de la afición engañosa a los lazos de sangre y los afectos naturales como la amistad y los gustos comunes, porque nuestro Señor es un Dios celoso, y quiere ser amado en exclusiva como Él ama a sus elegidos, de ahí que no tolere ningún otro amor que no sea el suyo. Los grandes Santos han sido grandes penitentes, como San Jerónimo, y su amor por el desprecio y las austeridades nos enseña que no hay otro camino para conmover a Dios y moverle a enviarnos Sus gracias que mediante la aceptación serena y resignada de la cruz que Él ha tenido a bien enviarnos para separarnos del mundo y sus engaños y hacernos discípulos suyos. Que nadie se engañe ni se imagine poder llegar al Cielo por otro camino que no sea el de la cruz y la penitencia, pues si el Padre Eterno no perdonó ni a Su propio Hijo Unigénito Jesucristo, el cual era inocente de todo pecado y era la santidad misma, mucho menos nos va a perdonar a nosotros, que no somos sino despreciables pecadores orgullosos llenos de vanidad y sujetos a la concupiscencia de las pasiones. El camino al paraíso pasa obligatoriamente por la cruz y la muerte a uno mismo. Por tanto, formemos la santa resolución de querer vivir olvidados y ninguneados por todos, para que Dios vea nuestra abyección y se apiade de nosotros, levantándonos de nuestra miseria y abriéndonos el camino a la vida eterna. San Jerónimo, ora pro nobis!
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
SAN JERÓNIMO
Presbítero y Doctor de la Iglesia
n. hacia el año 347 en Dalmacia;
† hacia el año 420
Patrono de arqueólogos; bibliotecarios; archivistas; bibliotecas; estudiosos de la Biblia; traductores; estudiantes.
Del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su Evangelio, así hablamos, no para agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones.
(1 Tesalonicenses 2, 4)
(1 Tesalonicenses 2, 4)
+ En Belén de Judá, el tránsito de san Jerónimo, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, el cual, consumado en el estudio de todas las ciencias y hecho imitador de los Monjes perfectos, con la espada de su doctrina dio muerte a muchos monstruos de herejías, y finalmente habiendo llegado a la edad decrépita, descansó en paz y fue sepultado junto al Pesebre del Señor. Su cuerpo, trasladado después a Roma, fue colocado en la Basílica de santa María la Mayor.
+ En Roma, el tránsito de san Francisco de Borja, Sacerdote y Confesor, que fue Prepósito General de la Compañía de Jesús, varón memorable por la aspereza de vida, don de oración y por haber renunciado a las dignidades del siglo y rehusado las de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 10 de Octubre.
+ En Lisieux de Francia, el tránsito de santa Teresa del Niño Jesús, de la Orden de Carmelitas Descalzos, muy esclarecida por la inocencia y sencillez de vida. El Sumo Pontífice S.S. Pío XI la puso en el catálogo de las santas Vírgenes, la declaró especial Patrona de todas las Misiones, y mandó que su fiesta se celebre el día 3 de Octubre.
+ En Roma, san Leopardo, Mártir, que fue de la servidumbre de Juliano Apóstata, y a quien le fue cortada la cabeza, y su cuerpo después trasladado a Aquisgrán.
+ En Soleure de Francia, el suplicio de los santos Mártires Víctor y Urso, de la gloriosa legión de los Tebeos, los cuales primero, imperando Maximiano, fueron atormentados con crueles suplicios, pero librados por una luz celestial que, resplandeciendo sobre ellos, hizo caer en tierra a los verdugos; después fueron arrojados al fuego, y, no recibiendo daño alguno, por último perecieron pasados a cuchillo.
+ En Plasencia, san Antonino, Mártir, de la misma legión.
+ El mismo día, san Gregorio, Obispo de Armenia la Mayor, el cual, en tiempo de Diocleciano, padeció muchos tormentos y por fin, imperando Constantino Magno, descansó en paz.
+ En Cantórbery de Inglaterra, san Honorio, Obispo y Confesor.
+ En Roma, santa Sofía, Viuda, madre de las santas Vírgenes y Mártires Fe, Esperanza y Caridad.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.