VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN AMÉ o AMATO de REMIREMONT, Abad

13 de septiembre del Año del Señor

SAN AMÉ o AMATO de REMIREMONT,
Abad

Quien es fiel en lo poco,
también lo es en lo mucho.
(Lucas, 16, 10).

San Amé nació en Grenoble, a mediados del siglo VI, y fue educado en el monasterio de Agaune, donde vistió el hábito religioso. Después de haber vivido algunos años en ese monasterio, se retiró, con el consentimiento de su abad, a una caverna situada en lo alto de una roca. Pasó mucho tiempo en esa soledad, ayunando a pan y agua y obrando numerosos milagros. A pedido de San Eustasio, abad de Luxeuil, se asoció a sus trabajos apostólicos, y realizó numerosas conversiones. Persuadió a un señor de Austrasia, San Romarico, a que dejara el siglo y juntos fundaron un monasterio que más tarde se llamó Remiremont. Severo para consigo mismo, indulgente para con el prójimo, San Amé supo, por su dulzura y caridad, conciliar el amor de Dios y de los hombres. Murió sobre la ceniza, revestido de un cilicio, hacia el año 630.


ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del santo abad Amé nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE TRES MOTIVOS
PARA EVITAR EL PECADO VENIAL

I. Hay que evitar con esmero las faltas veniales, porque ellas conducen insensiblemente al pecado mortal. Nadie se hace malo de golpe; un pequeño pecado atrae otro más grande. Así como nada dejas de hacer para prevenir las menores enfermedades del cuerpo, esfuérzate también para prevenir las del alma. No hay excusa ni pretexto que pueda justificar ni el menor de los pecados veniales. No se puede excusar lo que Dios condena. (Tertuliano).

II. El pecado venial, por pequeño que te parezca, es un grandísimo mal, puesto que ofende a Dios. ¿Has reflexionado alguna vez en el sentido de estas palabras: Me inquieto poco por faltas veniales, siempre que no cometa las mortales? Acaso no equivalen a éstas: yo no quiero crucificar y dar muerte a Jesucristo, solamente quiero coronarlo de espinas, azotarlo, escupirlo, y abofetearlo; y si el temor del infierno no me retuviese, ¿no acabaría así por crucificarlo y darle muerte? ¿Podría concebirse que un cristiano tenga semejante lenguaje?

III. Todos tus pecados veniales serán expiados en las llamas del purgatorio, si las lágrimas de la penitencia no los borran en esta vida. ¡Oh! ¡qué crueles son esas llamas! ¡qué espantoso ese lugar! ¿Quisieras pagar la satisfacción que te procura un pecado venial, al precio de los suplicios del purgatorio? Este fuego pasajero es un tormento más intolerable que todas las tribulaciones de la vida presente. (San Gregorio)

*Desde luego, mis queridos hermanos. Debemos preferir morir antes que consentir en un solo pecado, no sólo mortal, sino también venial, porque el pecado desagrada y ofende gravemente a Dios, ya que es siempre una idolatría y un desprecio del Único que es digno de nuestro amor. El Señor es compasivo y paciente en extremo, nos espera y no suele castigarnos inmediatamente después de haberle ofendido, porque sabe lo frágiles e inconstantes que somos, pero su paciencia y su misericordia tienen un límite, y nadie puede burlarse indefinidamente de tan generoso y sufrido Amante, pues cuando menos se lo espere, el pecador endurecido e impenitente será sorprendido por una muerte repentina e imprevista, o bien Dios le enviará una enfermedad incurable que acabe con él en poco tiempo, ¿y adónde irá a parar su pobre alma enfangada durante tanto tiempo en el negro y pestilente pecado?... De ahí que debamos extremar todas las precauciones, huyendo de las ocasiones peligrosas que nos puedan hacer caer en la esclavitud de los malos hábitos, mortificando también los sentidos, y sobre todo, nuestra voluntad, que es bastante rebelde y egoísta, para sujetarnos en todo a las inspiraciones del Paráclito Consolador, edificando nuestra Fe en el fundamento sólido e inconmovible del Papado y su Magisterio, para no construir sobre la arena, donde no podríamos resistir a las tempestades y los elementos desencadenados que son los errores y herejías difundidos por Satanás. Que San Amado Abad interceda por nosotros y nos infunda un vivo horror al pecado mortal y venial, para que vivamos en el santo temor de Dios que a tantas almas ha preservado en medio del mar proceloso del mundo.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


13 de Septiembre del Año del Señor.
SAN AMÉ o AMATO
DE REMIREMONT,
Abad
n. hacia el año 567 en Grenoble, Francia;
† hacia el año 630

Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho. (Lucas 16, 10)

+ En Alejandría, el triunfo de San Felipe, padre de santa Eugenia Virgen, el cual, renunciada la Prefectura de Egipto, consiguió la gracia del Bautismo, y puesto en oración, fue mandado degollar por el Prefecto Terencio, sucesor suyo.
+ Igualmente los santos Mártires Macrobio y Julián, que padecieron en tiempo de Licinio.
+ El mismo día, san Ligorio, Mártir, que, viviendo en el yermo, fue muerto por los Gentiles en odio de la fe de Cristo.
+ En Alejandría, san Eulogio, Obispo, célebre en doctrina y santidad.
+ En Angers de Francia, san Maurilio, Obispo, el cual resplandeció con innumerables milagros.
+ En Sens, san Amado, Obispo y Confesor.
+ En el monasterio de Remiremont, en Francia, san Amadeo, Presbítero y Abad, ilustre por la abstinencia y por el don de milagros.
+ El mismo día, san Venerio, Confesor, varón de admirable santidad, que llevó vida eremítica en la isla de Palmarola.
+ En Salta, Argentina, Nuestra Señora del Milagro.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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