Quo graviora
¡Ojalá que aquellos, que en aquel entonces tenían en sus manos el poder, hubiesen sabido apreciar estos decretos tal como los exigía el bien de la Iglesia y del Estado!
¡Ojalá que hubiesen estado convencidos, que en los Romanos Pontífices sucesores de S. Pedro debian ver, no solo los pastores
y los jefes de la Iglesia Católica,
y los jefes de la Iglesia Católica,
sino también los más firmes apoyos de los gobiernos,
y los centinelas más vigilantes para descubrir los peligros de la sociedad!
¡Ojalá que hubiesen empleado su poder para combatir y destruir las sectas, cuya perfidia les había descubierto la Silla Apostólica!
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