13 de enero del Año del Señor
SAN GODOFREDO,
Abad
Conforme a la santidad del que os llamó, sed también
vosotros santos en todo vuestro proceder.
(1 Pedro, 1, 15).
San Godofredo conde de Kappenberg, asqueado de la gloria de las armas y de las vanidades del mundo, persuadió a su esposa a que se hiciese monja, consagró todos sus bienes al Señor, y convirtió su castillo en convento donde tomó el hábito de la Orden Premonstratense. En el seno de esta ciudadela fue donde comenzó a guerrear contra su cuerpo con sus ayunos y austeridades, contra el mundo con su pobreza y contra el demonio con su obediencia. Murió en 1136, a la edad de treinta años.
ORACIÓN
Haced, os rogamos, Señor, que la intercesión de San Godofredo, abad, nos haga gratos a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su asistencia lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por N. S. J. C. Amén
MEDITACIÓN SOBRE LA SANTIDAD QUE DIOS NOS PIDE
I. Dios quiere que todos los hombres sean santos. Para eso los ha creado; para eso Jesucristo se encarnó. Todos poseen los medios y las gracias necesarias para alcanzar este fin, y, cuando somos fieles a las gracias que recibimos, Dios nos prepara otras más grandes. Pero, ¡ay! en vano será que Dios prodigue todas sus gracias para que seamos santos, si nosotros, por nuestra parte, no trabajamos para conquistar la santidad. ¿Quieres en verdad ser santo? Si lo quieres, lo serás. Nada gana Dios con tu santificación, ello no lo hace más feliz; es asunto nuestro: de ello depende nuestra eternidad feliz. ¿Qué has hecho hasta aquí, y qué has resuelto hacer en lo porvenir, para llegar a ser santo?
II. Dios no pide que todos los hombres trabajen en su santificación de la misma manera: Él tiene mil caminos diferentes para conducir a sus elegidos a la gloria. Hay santos de todas las condiciones; considera el estado de vida en el que estás colocado, cumple dignamente todos sus deberes: es la santidad a la que Dios te llama. El anacoreta no debe, para santificarse, vivir como el hombre de mundo, ni éste como el anacoreta. Mira si imitas a los santos que han vivido en un estado de vida semejante al tuyo.
III. El que busca y aprovecha todas las ocasiones para santificarse en el género de vida que ha elegido, ése ha dado con el camino más corto que lleva a la perfección. ¿Aprovechas esas ocasiones? ¿Cuántas vehementes inspiraciones no deja Dios de enviarte para atraerte? ¿Qué no hace para desapegar tu corazón del amor a las creaturas? ¿Qué te impide elevarte a Él? ¡Ah! ¡Los primeros cristianos han vencido a los tiranos, y, a pesar de los suplicios, han obtenido la corona de la santidad; y a nosotros el apego que tenemos a los placeres de esta vida nos impide llegar a ser santos! Ellos han luchado contra la atrocidad de los tormentos: luchemos, nosotros, contra las dulzuras de los placeres. (San Eusebio de Émeso).
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
SAN GODOFREDO,
Abad
n. 1097 en el Castillo de Kappenberg, Alemania;
† 13 de enero de 1127 en Ilbenstadt, Alemania
Conforme a la santidad del que os llamó, sed también vosotros santos en todo vuestro proceder. (1 Pedro 1, 15)
+ En Poitiers de Francia, el tránsito de san Hilario, Obispo y Confesor, que por la fe católica, que valerosamente defendió, desterrado cuatro años en Frigia, allí, entre otros milagros, resucitó un muerto. El Sumo Pontífice Pío IX le declaró y confirmó Doctor de la Iglesia universal. Su fiesta se celebra el día siguiente.
+ En Reims de Francia, el tránsito de san Remigio, Obispo y Confesor, el cual convirtió a Cristo la nación de los Francos, bautizando e instruyendo en los misterios de la fe a su Rey Clodoveo, y cumplidos muchos años de Episcopado, célebre en santidad y por la gloria de los milagros, pasó de esta vida. Su fiesta se celebra el 1 de octubre, día en que fue trasladado su sagrado cuerpo.
+ En Roma, en la vía Lavicana, las coronas de cuarenta santos Soldados que en el imperio de Galieno, por la confesión de la verdadera fe, merecieron recibirlas.
+ En Córdoba de España, los santos Mártires Gumersindo, Presbítero, y Servideo, Monje.
+ En Cerdeña, san Potito, Mártir, el cual siendo Emperador Antonino y Presidente Gelasio, después de muchos tormentos, consiguió finalmente el martirio por la espada.
+ En Singidón de la Misia Superior, los santos Mártires Hérmilo y Estratónico, los cuales, después de crueles tormentos, imperando Licinio, fueron sumergidos en el río Danubio.
+ En Cesarea de Capadocia, san Leoncio, Obispo, que luchó denodadamente, en tiempo de Licinio, contra los Gentiles, y en el de Constantino contra los Arrianos.
+ En Tréveris, san Agricio, Obispo.
+ En el monasterio de Vergy, en Francia, san Vivencio, Confesor.
+ En Amasea del Ponto, santa Gláfira, Virgen.
+ En Milán, en el convento de santa Marta, la beata Verónica de Binasco, Virgen, de la Orden de San Agustín.
+ En el monasterio de Ilbenstad, en Alemania, san Godofredo, que, siendo conde de Cappenberg, deseó una vida más perfecta, para lo cual convirtió su castillo en monasterio y, habiendo tomado el hábito canonical, se entregó a servir a pobres y enfermos(1127).
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.