VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EL MUNDO SIGUE EXISTIENDO GRACIAS AL AMOR QUE DIOS TIENE POR LAS ALMAS ESCOGIDAS (Santo Tomás de Aquino) (Final)


Santo Tomás de Aquino

¡Ah! ¡Los pensamientos de Dios son muy diferentes a los pensamientos del hombre! ¿Quién lo hubiera creído alguna vez? Estas son almas que el mundo desprecia, que viven en una oscuridad que quisieran hacer aún más espesa para estar más cubiertas y nunca ser vistas: y sin embargo son lo más precioso del universo, son como los manantiales secretos que mueven la máquina del mundo. ¿Cuándo se acabará el mundo? pregunta Santo Tomás. ¿Cuándo detendrá Dios el curso del cielo, ahora conservador de todo el orden visible establecido? Es un misterio, responde este angelical Doctor; Los ángeles del cielo no lo saben, o, si lo saben, tienen prohibido revelarlo. Sin embargo, en términos generales y sin determinar un tiempo determinado, “El mundo se acabará, cuando se cumpla el número de los predestinados (1)”, dado que el mundo sólo se sostiene con sus oraciones, y sólo trabaja para su gloria. 

Con qué razón exclamó David: “¡Dios, qué grande me parece la gloria con que honras a tus amigos (2)! » Viaja por las provincias, los reinos, los imperios de la tierra; fija tus ojos en las repúblicas; Consideremos las vicisitudes de las estaciones y las sucesiones del tiempo, el cambio continuo de los elementos que son destruidos y reparados, la revolución de las estrellas, en una palabra, el mundo entero bien ordenado: todo esto permanecerá hasta el último elegido, que tal vez nacerá sobre la paja y morirá en un muladar. Es a él a quien espera la naturaleza, y cuando con él se haya cumplido el número de almas escogidas por Dios, el poder de los reyes, la distinción de los reinos, las relaciones de los pueblos cesarán; los elementos, los tiempos, las estaciones verán acabar las leyes que los gobiernan, y los cielos serán azotados por la ruina. Una vez cumplido el número sagrado de los elegidos, todo lo demás se volverá inútil, porque es sólo para su glorificación o únicamente por sus méritos que todo esto sigue existiendo.


Por eso es injusto el hombre mundano cuando se queja de las almas que, para vivir cristianamente, cumplir su vocación al cristianismo, seguir una religión cuyo autor mismo, Jesucristo, ha vivido siempre en el desprecio y la humildad, se alejan lo más posible del comercio con el mundo, y renuncian a sus vanas pompas, con el único arrepentimiento de haber estado metidas en el mundo anteriormente y de no haberlo abandonado lo suficientemente pronto. Es de ellas que “el mundo no es digno (3)”, sin excluir los cetros y las coronas. Si desdeñan sus esplendores y su brillo, es porque la gracia les inspira en secreto esta generosidad; les enseña que, pudiendo poseer a Dios, y habiendo sido redimidos por su preciosa sangre, valen infinitamente más que el mundo. ¡Ah! El mundo, “lo sostienen, como dice Job, aniquilándose ante el Dios que lo creó (4). » Si Dios acostumbra a tenerlas así rebajadas y escondidas, es para que sean sus fundamentos mediante su humildad.

                                                                                 FIN

(1) Cum completus fuerit numerus praedestinatorum. D. Th Q. 5. de Potent. A. 5. — (2) Ps. 138, 47.

(3) Quibus dignus non erat mundus. Ad Hebr. 11, 38. — (4) Sub quo curvantur qui portant orbem. Job. 9, 13