Vemos que todos los Apóstoles recibieron, como san Pedro, la misma misión de predicar el Evangelio, de fundar iglesias por toda la tierra y de gobernarlas; pero de aquí no se sigue que todas las cátedras episcopales que fundaron debiesen ser el centro de la unidad católica como la de san Pedro, pues no fueron establecidos como él la piedra angular de la Iglesia. Así es que el poder de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, y establecidos por el mismo Espíritu Santo para regir la Iglesia, reconoce límites, mientras que el del Sumo Pontífice se extiende á aquellos que tienen poder sobre los demás; У tiene derecho, mediante una causa legítima, de deponer á un Obispo de su sede.
Catecismo de Perseverancia Tomo III Lección XXIII
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