VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN CANUTO, Rey y Mártir

 


19 de enero del Año del Señor
SAN CANUTO,
Rey y Mártir

Todo hijo de Dios vence al mundo; y lo que nos hace
alcanzar victoria sobre el mundo es nuestra fe.
(1 Juan, 5, 4).

Apenas ascendido al trono de Dinamarca, obtuvo este rey insignes victorias sobre sus enemigos; no se dejó, empero, deslumbrar por la gloria militar, veíaselo, en medio de sus triunfos, poner humildemente su corona a los pies de Jesús crucificado, y ofrendar a este Rey de reyes su persona y su reino. Como supiese que atentaban contra su vida, fue a la Iglesia de San Albano y, con la mayor calma, se confesó y comulgó. Estaba orando por sus enemigos, cuando un venablo, que le arrojaron por una ventana, lo echó por tierra al pie del altar. Sucedió esto en el año 1086.


ORACIÓN

Oh Dios, que para ilustrar a vuestra Iglesia os dignasteis honrar al bienaventurado Canuto, rey, con la palma del martirio y con el don de milagros, haced, os suplicamos, que, marchando por las huellas de aquél que demostró ser imitador de la Pasión del Salvador merezcamos llegar a los júbilos eternos. Por N. S. J. C. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE LA CONSTANCIA
EN NUESTRAS SANTAS EMPRESAS

I. El que quiera obtener recompensa por sus trabajos debe perseverar hasta el fin. Es preciso domeñar la inconstancia de nuestra alma respecto de Dios, y observar religiosamente todo lo que le hemos prometido. Dios es inmutable, sus servidores no deben ser inconstantes. Él quiere darse a nosotros durante toda la eternidad, ¿no es justo, pues, que nosotros permanezcamos constantemente dedicados a su servicio durante el tiempo tan corto de nuestra vida? Después de todo, no podemos pretender agradar a Dios con nuestra virtud, si sólo somos virtuosos por arranques, por capricho, y cuando nos plazca.


II. Nada debemos emprender, ni siquiera por la gloria de Dios, sin haber previsto todas sus consecuencias; pero, una vez tomada la resolución nada debe impedimos que ejecutemos lo que nos propusimos para su gloria. Ni el temor a los sufrimientos, ni el amor a los placeres, ni las burlas de los hombres deben desanimarnos. Los mártires persistieron en la confesión de Jesucristo a pesar de las amenazas de los tiranos; los santos penitentes perseveraron en sus austeridades no obstante la rebeldía de la carne y las tentaciones del demonio.

III. Cuando se trata de hacer fortuna o de adquirir renombre, no retrocedemos ante sacrificio alguno; ¡flaquea nuestro corazón, oh Dios mío, sólo cuando se trata de serviros a Vos! Los herejes y los impíos perseveran tan obstinadamente ultrajándoos, ¿no es justo que nosotros seamos constantes sirviéndoos? Jamás nos cansaremos de trabajar para el cielo si consideramos la brevedad de nuestra vida, la incertidumbre del momento de nuestra muerte, la grandeza de los suplicios del infierno y de las recompensas del paraíso. Mantengamos nuestro valor con estos grandes pensamientos, como se incita el servidor a soportar la fatiga pensando en la retribución que se le ha prometido. El pensamiento de la recompensa hace ligero al hombre el peso del trabajo. (San Gregorio).

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.


19 de Enero del Año del Señor.
SAN CANUTO,
Rey y Mártir
† asesinado en 1086 en Fionia, Dinamarca

Todo hijo de Dios vence al mundo; y lo que nos hace alcanzar victoria sobre el mundo es nuestra fe. (1 Juan 5, 4)

+ En Roma, en la vía Cornelia, los santos Mártires Mario y Marta, su mujer, con sus hijos Audifaz y Ábaco, nobles persas, que vinieron a orar en Roma, en el imperio de Claudio. Después de sufrir azotes, el potro, el fuego y las uñas aceradas, les cortaron las manos; luego, a Marta, dieron muerte en la Ninfa; los otros fueron degollados y sus cuerpos quemados.
+ Igualmente, san Canuto, Rey y Mártir.
+ En Esmirna, el triunfo de San Germánico, Mártir, que en tiempo de Marco Antonino y Lucio Aurelio, hallándose en la hermosa flor de la primera edad, condenado por el Juez, y venciendo, por virtud de la gracia divina, al miedo natural de la muerte, él, de suyo, provocó a la fiera, que le aguardaba, y triturado entre sus dientes, mereció, muriendo por Jesucristo, ser incorporado al mismo Señor, pan verdadero.
+ En África, los santos Mártires Pablo, Geroncio, Jenaro, Saturnino, Suceso, Julio, Cato, Pía y Germana.
+ En Espoleto, el triunfo de san Ponciano, Mártir, a quien, imperando Antonino, mandó el Juez Fabián, por odio a Cristo, azotar cruelísimamente con varas, y que después anduviese descalzo sobre brasas; pero, quedando ileso, suspendiéronle del potro y garfios de hierro, y, en tal estado lo arrojaron a la cárcel, donde mereció ser confortado de los Ángeles; echáronle luego a los leones, rociaron su cuerpo con plomo derretido, y, por último, le acabaron con la espada.
+ En Lodi de Lombardía, san Basiano, Obispo y Confesor, que juntamente con san Ambrosio, combatió valerosamente contra los herejes.
+ En Worcester de Inglaterra, san Vulstán, Obispo y Confesor, esclarecido en méritos y milagros, que fue canonizado por el Papa Inocencio III.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.