VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LOS RAYOS DEL SOL SON MUCHOS, PERO UNA ES LA LUZ

S.S.Pío XII & San Cipriano

Pero recuerden todos que el místico Cuerpo de Jesucristo, la Iglesia, debe estar «compacto y conexo con todos los lazos de comunicación, según una operación proporcionada a cada miembro» (Eph. 4, 16); «hasta que nos reunamos todos, por la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, en un hombre perfecto, a la medida de la edad perfecta según Cristo» (ibid. 4, 13), de quien el Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es, por divina disposición, Vicario en la tierra. 

Recuerden y mediten estas sapientísimas palabras de San Cipriano, Obispo y mártir: 
«El Señor habla así a Pedro: Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...» (Mat. 16, 18). Sobre él sólo edifica la Iglesia... Esta unidad debemos firmemente mantener y defender, especialmente nosotros los Obispos, que en la Iglesia gobernamos... También la Iglesia es una y se extiende ampliamente a una gran muchedumbre con el incesante crecer de su fecundidad; del mismo modo que los rayos del sol son muchos, pero una es la luz; y muchas las ramas del árbol, pero uno solo es el tronco que penetra en la tierra con resistentes raíces; y cuando de una sola fuente brotan diversos chorros de agua, aunque parezca que su número se ramifique por la abundancia del agua que brota, hay, sin embargo, siempre una sola fuente. Puede arrancarse del sol uno de sus rayos, pero la unidad de la luz no se divide; puede desgajarse una rama del árbol, pero estando roto no podrá ya germinar; puede separarse un canal de su fuente, pero se secará. También así la Iglesia, inundada por la luz de Dios, envía sus rayos hacia todo el universo; pero hay, sin embargo, un solo brillo y esplendor, el que se difunde por doquier, y la unidad del organismo no queda diluida. Esta extiende sus ramas sobre toda la tierra con lujuriante riqueza, vertida por doquier, que corren abundantes sus regatos. Pero uno solo es el tronco, una sola la fuente... Y no puede tener a Dios por Padre quien no tiene por Madre a la Iglesia... Quien no mantiene esta unidad, no mantiene la ley de Dios, no mantiene la fe del Padre del Hijo, no tiene la vida y la salvación» 

S.S.Pío XII «Meminisse iuvat»
AAS,VOL 50 P.449 
San Cipriano, «De Unitate Ecclesiae», IV, V, VI, P. L. IV, 549, 514, 516-520.


***