Ildefonso de Bressanvido
O.F.M.
8. Pero si tan temibles han de ser los preparativos, ¿cómo será cuando se muestre el mismo Juez soberano? Vendrá, dice Isaías (c. 66), rodeado de fuego, y su carro será como un torbellino de llamas, para manifestar todo su furor y toda su indignación, y ejercer su venganza. El Señor vendrá precedido de gran fuego y armado de su espada para juzgar a toda carne. El profeta Daniel vio en su espíritu su trono rodeado de llamas, y las ruedas de su carro parecían un gran fuego ardiente. Vio salir de su boca como un río de fuego que discurría rápido; y una inmensa multitud de espíritus celestiales estaban a su alrededor para servirle; vio que el juicio estaba por comenzar, y que los libros estaban abiertos (c. 7). San Juan, en su Apocalipsis (c. 19), vio el cielo abierto y apareció un caballo blanco. El que estaba en él se llamaba Fiel y Verdadero, el que juzga y pelea con justicia. Sus ojos eran como llama de fuego; en su cabeza había muchas diademas, y había un nombre escrito, que nadie conoce excepto Él solo. Estaba vestido con un manto teñido de sangre y su nombre era Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales lo seguían en caballos blancos, vestidos de fino lino blanco y puro. De su boca salió una espada de dos filos para herir con ella a las naciones. Éstas son otras tantas imágenes de las que se sirve la Sagrada Escritura para darnos una idea del terror que acompañará su venida; lo que el mismo Jesucristo quiso que entendiéramos con estas palabras: Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre: todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad (Mateo 24).
9. El Juez soberano sentado en su trono difundirá por todas partes una luz tan brillante y penetrante que hará manifiestas a todos las acciones de cada uno. Como cuando el sol sale por el horizonte, vemos en un abrir y cerrar de ojos una infinidad de objetos que la oscuridad de la noche impidió ser descubiertos; asimismo, en presencia del gran Sol de la justicia, veremos aparecer en un instante todas las acciones más ocultas de los hombres, y que hasta entonces habían estado sepultadas en los recovecos de las conciencias. Entonces, dice san Pablo (1. Cor. 4), el Señor revelará lo que está envuelto en tinieblas y descubrirá los pensamientos más secretos de los corazones. Él revelará ante las naciones todo lo que se ha hecho fuera de la vista, y todo lo que los hombres han hecho, bueno o malo, será objeto de juicio. ¡Cuántos adulterios, cuántas infidelidades, cuántas traiciones, cuántas injusticias saldrán entonces a la luz! ¡Cuántos que hoy pasan por inocentes, y que en ese momento serán declarados culpables! ¡Cuántos que esconden sus vicios bajo la máscara de la piedad, y que luego serán encontrados llenos de malicia e iniquidad! Yo traeré sobre vosotros todos los crímenes, dice Dios por boca de Ezequiel (c. 7); las abominaciones estarán entre vosotros, y todos sabrán lo que sois. ¡Oh! ¡Cuán grande será la confusión del pecador obligado a aparecer así cubierto de ignominia, no ante la presencia de unos pocos, sino ante el universo entero!
Continuará...