VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

PARA QUE LOS MISMOS PRELADOS TUVIESEN DELANTE DE LOS OJOS TODOS LOS ERRORES Y PERNICIOSAS DOCTRINAS REPROBADOS Y CONDENADOS POR SU SANTIDAD

S.S.Pío IX
&
Cardenal Giacomo Antonelli
CIRCULAR

DEL EMMO. SR. CARDENAL ANTONELLI, REMITIENDO LA ANTERIOR ENCÍCLICA Y «SYLLABUS» Á TODOS LOS OBISPOS DEL MUNDO CATÓLICO.


Muy reverendo señor: Nuestro Santísimo Señor Pio IX, Pontífice Máximo, no ha cesado nunca, movido de su grande solicitud por la salud de las almas, y por la pureza de la doctrina, de proscribir y condenar desde los primeros días de su pontificado los principales errores y las falsas doctrinas que corren regularmente en nuestros miserables tiempos, así en sus Cartas Encíclicas y Alocuciones consistoriales, como en otras Cartas Apostólicas dadas al intento. Pero pudiendo ocurrir que estos actos pontificios no lleguen á noticia de todos y cada uno de los Rdos. Obispos, determinó Su Santidad que se compilase un Syllabus de los mismos errores, para ser comunicado á todos los Obispos del mundo católico, para que los mismos Prelados tuviesen delante de los ojos todos los errores y perniciosas doctrinas reprobados y condenados por Su Santidad; previniéndome luego á mí que hiciese que este Syllabus impreso fuese remitido á Vuestra Reverencia en este mismo tiempo y ocasión en que el mismo Pontífice Máximo, movido de su gran solicitud por la salud y bien de la Iglesia católica, y de toda la grey del Señor divinamente confiada á su cuidado, juzgó por bien escribir una Carta Encíclica á todos los Obispos católicos. Para cumplir, por tanto, como es debido, con toda diligencia y rendimiento las órdenes del Sumo Pontífice, remito á Vuestra Reverencia el mismo Syllabus junto con estas Cartas; aprovechando la presente coyuntura para daros testimonio de los sentimientos de mi gran reverencia y adhesión, y repetirme, besando humildemente su mano, por su muy humilde y afectísimo siervo. 

G. Cardenal Antonelli. Roma 8 de diciembre de 1864.



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