Mons. Gaume
¿La violación de la ley conduce al despotismo?
Las doctrinas son la semilla de los hechos.
Al siglo de los sofistas siempre le sigue el siglo de los bárbaros.
La barbarie en el orden de los hechos no es más que el estallido de la barbarie en el orden de las ideas.
Lo que es, emana de lo que fue; lo que será, emana de lo que es.
Antes de nacer, el pájaro vive en el huevo.
Antes de retumbar en las calles, la revuelta fermenta en las almas.
II
Si, a partir de estos datos incontestables, consideramos, desde un punto de vista social, en el presente y en el futuro, el doble movimiento de unificación material y disolución moral, al que obedece el mundo actual, nos encontramos ante un fenómeno de máxima gravedad.
En el presente: ¿cuál será el resultado de los dos movimientos que acabamos de indicar? No dudemos en decirlo: será un DESPOTISMO como nunca antes hubo.
Dos fuerzas diferentes gobiernan el mundo y lo mantienen en equilibrio: la fuerza material y la fuerza moral; la fe y la espada.
III
Estas dos fuerzas son como los dos lados de una balanza: cuando una baja, la otra sube. Cuanta menos acción tenga la fuerza moral, más debe tener la fuerza material; de lo contrario, los elementos sociales se desintegrarían y el cuerpo social se convertiría en polvo.
Si sucede que la fuerza moral, la fe, el temor de Dios, la esperanza de recompensas futuras y la certeza de los castigos reservados al crimen, no pesan en una nación más que una pluma en la balanza: entonces será necesario , bajo pena de disolución social inmediata y universal, que la fuerza de la espada alcance un poder ilimitado.
IV
El despotismo más duro es, por tanto, el resultado inevitable del doble movimiento de unificación material y disolución moral, del que acabamos de esbozar un breve cuadro.
Como este doble movimiento no es exclusivo de Francia ni de una nación aislada, sino que se extiende por todo el mundo, nos vemos obligados a concluir que, si Dios no pone su mano en ello, el mundo entero está amenazado por un despotismo cuyo solo pensamiento asusta a la mente menos dispuesta a alarmarse.
Continuará...