24 de enero del Año del Señor
SAN TIMOTEO,
Obispo y Mártir
Predica la palabra de Dios,
insiste con ocasión y sin ella,
reprende, ruega, exhorta con toda
paciencia y doctrina.
(2 Timoteo, 4, 2).
He aquí un obrero apostólico formado por la mano de San Pablo: es Timoteo, su discípulo, su coadjutor en la predicación del Evangelio, el heredero de su celo y el imitador de sus virtudes. Fue masacrado por reprender a los gentiles sus insensatas supersticiones. ¡Gran santo, inspíranos el espíritu del Apóstol de las gentes; enséñanos a santificarnos y a convertir a los demás!
ORACIÓN
Dios todopoderoso, ved cómo pesa sobre nosotros la carga de nuestras propias obras, y fortificadnos por medio de la gloriosa intercesión de San Timoteo, vuestro mártir y pontífice. Por N. S. J. C. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE LOS TRES EFECTOS
DEL CELO POR LAS ALMAS
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
(1) Dice Santo Tomás, acerca del "celo", que éste proviene de la intensidad del amor, a Dios que merece ser amado sobre todas las cosas y al prójimo por amor de Dios, buscando en todo la gloria de Dios y la salvación de las almas (Cfr. Sumo 1-II, q. 28, a. 4 y II-II, q. 36, a. 2).
ORACIÓN
Dios todopoderoso, ved cómo pesa sobre nosotros la carga de nuestras propias obras, y fortificadnos por medio de la gloriosa intercesión de San Timoteo, vuestro mártir y pontífice. Por N. S. J. C. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE LOS TRES EFECTOS
DEL CELO POR LAS ALMAS
I. Aunque no todos los cristianos sean apóstoles, deben con todo tener celo por la salvación del prójimo (1). Pero a fin de que ese celo esté bien ordenado, cada uno debe comenzar por convertirse a sí mismo. Tú tienes celo por la conversión de tus parientes, de tus amigos, de tus servidores; les adviertes caritativamente sus faltas; este celo es digno de alabanza, pero, si no te adviertes a ti mismo, es indiscreto; mira si no tienes los defectos que reprochas a los demás.
II. Contribuye todo lo que puedas, con tus palabras, a la salvación de los demás. Jesucristo no tuvo a menos conversar con los niñitos, ni con la Samaritana, para mostrarles el camino del cielo. Una buena palabra que digas a ese pariente, a ese amigo, a ese servidor, ganará su alma para Dios. Jesucristo ha derramado toda su sangre para rescatar esa alma, ¿y tú no quieres decir una palabra para impedir que se condene? ¿Dónde está tu caridad?
III. ¿Quieres ser un verdadero apóstol? Predica con tus actos. Lleva una vida ejemplar, más conmoverás cuando te vean, que oyendo al más famoso de los predicadores; tu modestia detendrá aun a los más libertinos. ¿Cuántas ocasiones de trabajar por el prójimo dejas escapar? Es seguro, dice San Gregorio, que Dios te pedirá cuenta del alma de tu prójimo, si descuidas trabajar en su salvación en la medida en que lo puedas.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
(1) Dice Santo Tomás, acerca del "celo", que éste proviene de la intensidad del amor, a Dios que merece ser amado sobre todas las cosas y al prójimo por amor de Dios, buscando en todo la gloria de Dios y la salvación de las almas (Cfr. Sumo 1-II, q. 28, a. 4 y II-II, q. 36, a. 2).
SAN TIMOTEO,
Obispo y Mártir
† lapidado hacia el año 97
Protector contra los desórdenes estomacales e intestinales.
Predica la palabra de Dios, insiste con ocasión y sin ella, reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2 Timoteo 4, 2)
+ En Éfeso, san Timoteo; que fue discípulo de san Pablo Apóstol; y por él ordenado Obispo de Éfeso, allí mismo, después de muchos combates por Cristo, como reprendiese a los que ofrecían sacrificios a Diana, fue apedreado poco después descansó en el Señor.
+ En Antioquía, san Babilas, Obispo, el cual, en la persecución de Decío, después de haber frecuentemente glorificado a Dios con los suplicios y tormentos, acabó gloriosamente la vida cargado de cadenas, con las cuales mandó que le enterrasen. Se dice padecieron juntamente con él los tres niños: Urbano, Prilidiano y Epolonio, a los que él había instruido en la fe de Cristo.
+ En Foligno de la Umbría, san Feliciano, que, ordenado Obispo de aquella ciudad por el Papa san Víctor I, después de muchos trabajos, ya en la última vejez, imperando Decio, fue allí coronado del martirio.
+ En Neo-Cesárea de Mauritania, los santos Mártires Mardonio, Musonio, Eugenio y Metelo, todos los cuales fueron quemados y sus cenizas arrojadas a un río.
+ Asimismo los santos Mártires Tirso y Proyecto.
+ En Cíngoli del Piceno, san Exuperancio, Confesor, Obispo de la misma ciudad, ilustre por la fama de los milagros.
+ En Bolonia, san Zamas, que, ordenado por el Romano Pontífice san Dionisio, primer Obispo de aquella ciudad, propagó maravillosamente en ella la fe de Cristo.
+ Asimismo, san Surano, Abad, el cual floreció en santidad en tiempo de los Longobardos.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.