S.S.Pío VI
Quod aliquantium
Jamás los Pontífices Romanos han abandonado respecto de esto
(la elección de Obispos),
el ejercicio de su autoridad:
(la elección de Obispos),
el ejercicio de su autoridad:
Pues S. Gregorio el Grande envió el subdiácono Juan a Génova, en donde se hallaba reunido un gran número de milaneses para sondear su intención acerca de Constancio, a fin de que si le eran favorables, los Obispos le elevasen sobre la silla de Milán con la aprobación del Soberano Pontífice. En una carta dirigida a diferentes Obispos de la Dalmacia, el mismo S. Gregorio en virtud de la autoridad de S. Pedro, Príncipe de los apóstoles, les prohíbe imponer las manos a ninguno en la ciudad de Salona sin su permiso y consentimiento, ni de ordenar ningún otro Obispo que aquel que él les designaría; si rehúsan obedecerle, les amenaza con privarles de la participación del Cuerpo y Sangre del Señor, y de no reconocer por Obispo a aquel, que ellos hubiesen consagrado. El mismo recomienda a Pedro, Obispo de Otranto, que recorra las ciudades de Brindo, de Lupia y de Galípoli, cuyos Obispos eran muertos, y que procure nombrar para estos puestos a Sacerdotes dignos de tan grande ministerio, los que habían de presentarse al Pontífice para recibir la consagración. Después con una carta dirigida a los milaneses, aprueba la elección, que han hecho de Deodato en lugar del difunto Obispo Constancio, y decretó, que, si por otra parte no se oponen los santos cánones, se le consagre solemnemente en virtud de su autoridad. S. Nicolás I no cesa de increpar al rey Lotario, porque en su reino solo elevara al episcopado a los hombres, que le eran gratos, y por lo mismo le manda en virtud de autoridad apostólica, y amenazándole con el juicio de Dios, que no permita que sea elegido ningún Obispo para la ciudad de Treves y la de Colonia, sin antes haber consultado a la Santa Sede. Inocencio III anuló la elección del Obispo de Penna, por haberse atrevido a ocupar la silla episcopal antes de ser llamado y confirmado en ella por el Romano Pontífice. Igualmente separó a Conrado del obispado de Hildesheim y de Wirtzbour, porque había tomado posesión del uno y del otro sin su aprobación. S. Bernardo pidió humildemente a Honorio II que se dignara confirmar a Alberico, de Chalons-sur-Marne, elevado al episcopado por su sufragio; lo que prueba, que el santo Abat estaba persuadido, que la elección de los Obispos era de ningún valor, sino estaba aprobada por la Santa Sede
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