VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

S.S. JUAN VIII, PAPA Nº 109

 

JUAN VIII (872-882)

El sucesor de Adriano II coronó en Roma (875) a Carlos el Calvo, a quien se dirigió luego para obtener ayuda contra las correrías de los sarracenos. Pero muerto Carlos y perdida toda esperanza de un socorro eficaz, Juan VIII convino en pagar a los sarracenos un tributo anual para librarse de ellos.

Fué atacado luego por Lamberto, duque de Espoleto, que habiendo llegado a Roma bajo el pretexto de ayudar al Papa quería adueñarse de la ciudad. 

Juan hizo un viaje a Francia para pedir socorros a Luis el Tartamudo, y celebró un concilio en Troyes, aunque sin resultado. 

De vuelta a Italia y habiéndosele malogrado las tentativas de separar a los príncipes italianos de la alianza con los sarracenos, recurrió al emperador Basilio, quien, al morir el patriarca San Ignacio, había restituído a Focio en la sede de Constantinopla y pedía la aprobación del Pontifice.

Engañado por falsas cartas y traicionado por los legados que había enviado a Oriente a examinar los hechos, Juan reconoció a Focio en un concilio de Roma (879), pero mediante condiciones que Focio ni publicó ni observó. 

En estas condiciones, mientras Oriente se dirigía irremisiblemente hacia el cisma, ninguna ayuda llegó a Italia, devastada por los sarracenos. 

Entonces el Papa pidió ayuda a Carlos el Gordo, al que confirió la corona imperial (881), pero tampoco esta vez obtuvo ningún resultado apreciable. 

En 882, informado por el diácono Marino, que volvía de Constantinopla, de la perfidia de los orientales, pronunció contra Focio una solemne excomunión. 

En Roma y en aquel mismo año, sus enemigos instigaron contra él a un pariente suyo, el cual lo envenenó y remató de un martillazo en la sien el 15 de diciembre de 882.

Espíritu justo y viril, vió los males de la Iglesia y de la sociedad y quiso constantemente su remedio; pero su obra fué impedida y traicionada por aquellos que le habrían debido ayudar.

Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945


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