VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

S.S. PIO IX CONTRA EL ECUMENISMO, EL INDIFERENTISMO Y LA LIBERTAD DE CULTO

S.S.Pío IX


Lejos, sin embargo, de los hijos de la Iglesia Católica ser jamás en modo alguno enemigos de los que no nos están unidos por los vínculos de la misma fe y caridad; al contrario, si aquellos son pobres o están enfermos o afligidos por cualesquiera otras miserias, esfuércense más bien en cumplir con ellos todos los deberes de la caridad cristiana y en ayudarlos siempre y, ante todo, pongan empeño por sacarlos de las tinieblas del error en que míseramente yacen y reducirlos a la verdad católica y a la Madre amantísima, la Iglesia, que no cesa nunca de tenderles sus manos maternas y llamarlos nuevamente a su seno, a fin de que, fundados y firmes en la fe, esperanza y caridad y fructificando en toda obra buena, consigan la eterna salvación. 

(Pío IX. Encíclica Quanto conficiamur moerore, n. 8, 10 de agosto de 1863)
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Creemos de nuestro deber y oficio cortar y arrancar de raíz las yerbas nocivas que viéremos crecer, a fin de que no se arraiguen y propaguen en daño del campo del Señor. Y por cierto, que ya desde el origen de la Iglesia naciente, conviniendo que la fe de los elegidos fuera probada como el oro en el fuego, el Apóstol, vaso de elección, quiso advertir a los fieles, que si alguno se levantare de los que alteran y trastornan el Evangelio de Cristo, diseminando falsas doctrinas y haciendo traición al depósito de la fe, aunque fuera un ángel el que evangelizara otra cosa que lo evangelizado, era preciso anatematizarlo. 
(Pío IX. Carta apostólica Ad Apostolicae Sedis, 22 de agosto de 1851)

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Conocéis también, Venerables Hermanos, otra clase de errores y engaños monstruosos, con los cuales los hijos de este siglo atacan a la religión cristiana […]. Tal es el sistema perverso y opuesto a la luz natural de la razón que propugna la indiferencia en materia de religión, con el cual estos inveterados enemigos de la religión, quitando todo discriminación entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error, entre la honestidad y vileza, aseguran que en cualquier religión se puede conseguir la salvación eterna, como si alguna vez pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial. 

(Pío IX. Encíclica Qui pluribus, n. 9, 9 de noviembre de 1846)

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Por lo mismo han formado ellos el designio de atraer a los pueblos de Italia a sus opiniones y conventículos protestantes en que, engañosamente les dicen una y otra vez para seducirlos que no deben ver en ello más que una forma diferente de la misma Religión cristiana verdadera, en que lo mismo que la Iglesia Católica se puede agradar a Dios. 

(Pío IX. Encíclica Noscitis et nobiscum, 8 de diciembre de 1849)

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Efectivamente, es falso que la libertad civil de cualquier culto, así como la plena potestad concedida a todos de manifestar abierta y públicamente cualesquiera opiniones y pensamientos, conduzca a corromper más fácilmente las costumbres y espíritu de los pueblos y a propagar la peste del indiferentismo. 

(Pío IX, Syllabus o recopilación de los errores modernos, 8 de diciembre de 1864)

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Ya desde el origen de la Iglesia naciente, conviniendo que la fe de los elegidos fuera probada como el oro en el fuego, el Apóstol, vaso de elección, quiso advertir a los fieles, que si alguno se levantare de los que alteran y trastornan el Evangelio de Cristo, diseminando falsas doctrinas y haciendo traición al depósito de la fe, aunque fuera un ángel el que evangelizara otra cosa que lo evangelizado, era preciso anatematizarlo. 

(Pío IX. Carta apostólica Ad Apostolicae Sedis, 22 de agosto de 1851)

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Ahora bien, examinando cuidadosamente y reflexionando sobre el estado de las diversas sociedades religiosas, divididas entre sí, y separadas de la Iglesia Católica … no se puede dejar de estar convencido de que en cualquiera de estas sociedades por sí mismas, ni todas ellas juntas, no pueden de ninguna manera constituir y ser la única Iglesia católica que Cristo nuestro Señor construyó y estableció, y que por su voluntad debe continuar; y que no pueden de ninguna manera decir que son ramas o partes de esa Iglesia, ya que están visiblemente separadas de la unidad católica. 

(Pío IX, Carta apostólica Iam vos omnes, 13 de septiembre 1864)

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La verdadera Iglesia de Jesucristo se constituye y reconoce por autoridad divina con la cuádruple nota que en el símbolo afirmamos debe creerse; y cada una de estas notas, de tal modo está unida con las otras, que no puede ser separada de ellas; de ahí que la que verdaderamente es y se llama Católica, debe juntamente brillar por la prerrogativa de la unidad, la santidad y la sucesión apostólica. Así pues, la Iglesia Católica es una con unidad conspicua y perfecta del orbe de la tierra y de todas las naciones, con aquella unidad por cierto de la que es principio, raíz y origen indefectible la suprema autoridad y “más excelente principalia del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, y de sus sucesores en la cátedra romana. Y no hay otra Iglesia Católica, sino la que, edificada sobre el único Pedro, se levanta por la unidad de la fe y la caridad en un solo cuerpo conexo y compacto . 

(Pío IX, Carta del Santo Oficio a los obispos de Inglaterra, 16 de septiembre de 1864)

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