VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

DE LA SOSPECHA, DUDA U OPINIÓN SIN FUNDAMENTO

Antonio de San José (O.C.D.)
Compendio Moral Salmaticense
según la mente del Angélico Doctor

P. ¿La sospecha, duda, u opinión sin fundamento, de que el prójimo es malo, son pecado mortal? 
  • R. Que no serán culpa grave aun cuando carezcan de fundamento, si recaen sobre culpas, que aunque graves, se reputan por ordinarias; porque en ellas no se da asenso firme de la malicia del prójimo, como se da en el juicio temerario; y así es pequeña la injuria que se le hace. Pero si los pecados fueren gravísimos, será grave culpa sospechar de ellos sin suficiente fundamento; como lo sería sospechar de un sujeto virtuoso, o de un religioso que era hereje, o que tuvo incesto con su madre; porque sujetos como los dichos llevan más a mal las dudas o sospechas acerca de tales crímenes, que el que se juzgue ciertamente, son reos de otros graves. Es opinión común.

    No obstante lo dicho, si la sospecha temeraria naciese de odio, ira, envidia, u otro pravo afecto, sería culpa grave; porque entonces no nacía de error, o de humana fragilidad, sino de malevolencia, y de una maligna propensión a sentir mal del prójimo; y así peca gravemente contra caridad y justicia, el que sospecha mal del modo dicho. Lo mismo debe decirse por militar la misma razón de la duda, u opinión temeraria; pues en esta parte son iguales. 

P. ¿De qué manera se han de interpretar las dudas hacia la mejor parte? 

  • R. Que ninguno tiene obligación a interpretar las dudas acerca del prójimo, echándolas a la mejor parte, juzgando positivamente que es bueno, sino que basta en esto suspender el juicio. Pero en suposición que quiera juzgar positivamente, debe resolver las dudas según lo mejor. 

  • R. 2. Que cuando se trata de evitar el daño, pueden las dudas interpretarse según la peor parte; no juzgando o sospechando que sea así, sino suponiendo que puede ser; portándonos en lo exterior de tal manera, como si el otro fuese malo, aunque no se crea lo es. Por esta causa se cierran prudentemente las arcas y casas, y se guardan las cosas cerradas con llave. 

  • R. 3. Que en caso de dudar de la malicia del prójimo, debemos echar la duda a la mejor parte, si queremos juzgar positivamente, porque así lo pide la justicia, y derecho que tiene cada uno, a que nadie juzgue siniestramente de él sin suficiente fundamento. Y es mejor errar muchas veces juzgando bien de los malos, que engañarse raras, juzgando mal de un solo bueno, como enseña Santo Tomás 2. 2., q. 60, art. 4, ad 1.
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