VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

S.S. URBANO II, PAPA Nº 159



URBANO II (1088-1099)


Después de haber sido obispo de Cluny, abad de Monte Cassino, obispo de Ostia y cardenal, Otón de Châtillón fue elegido papa con el nombre de Urbano II, en 1088. 

Su elección se celebró en Terracina, y es el primer pontífice que, conforme al decreto de Nicolás II, recibió la ordenación fuera de Roma. 

Tuvo al principio un pontificado muy laborioso por la oposición de Enrique IV y por el antipapa que dominaba en Roma. 

Hábil orador y fino diplomático, quiso seguir el camino trazado por Gregorio VII, pero todavía eran tiempos difíciles, aunque su acción en la Iglesia fue de gran eficacia. 

Se mostró inflexible al negar la dispensa a Felipe I, rey de Francia, que quería repudiar a su esposa Berta para casarse con Bertrada, hija del conde de Anjou; reprendió severamente al arzobispo de Reims, que había bendecido aquella unión, y excomulgó a Felipe. 

Más su gloria se basa en haber llevado a su realización la primera Cruzada contra los turcos, proclamada primero en el concilio de Plasencia (Italia), en el año 1095, y después en Clermont. Al grito de "Dios lo quiere", después de la predicación de Pedro el Ermitaño, 600.000 hombres de todos los países tomaron la cruz; y después de librar épicas luchas bajo el mando de Godofredo de Buillón, rindieron la ciudad de Jerusalén, inaugurando el nuevo reino latino-jerosolimitano (1099). 

En el mismo concilio de Clermont, Urbano no sólo renovó la condenación de las investiduras, sino que prohibió también que los eclesiásticos hiciesen juramento de vasallaje a un seglar; este "homenaje" obligaba a los prelados a una absoluta obediencia a los señores seglares, quienes los hacían instrumento de su política, sujetándolos así al arbitrio y capricho de los feudatarios. 

Asimismo, el concilio estableció como ley eclesiástica universal la "tregua de Dios", protegiendo las posesiones y derechos de aquellos que habían partido para la Cruzada.

Urbano II presidió otros concilios en varias ciudades, siendo de particular importancia el de Bari (1098), donde se trató, con los teólogos griegos, del dogma de la procesión del Espíritu Santo.

Favoreció a Roger I, conde de Sicilia, concediéndole en premio a la lucha sostenida contra los sarracenos el famoso privilegio de la Legación Apostólica en Sicilia, por el cual el legado de la Santa Sede, además de deber ser del agrado del príncipe, nada podía hacer sin su beneplácito. Este privilegio fue llamado "la Monarquía sícula" y es el que luego provocó tantas cuestiones entre la Santa Sede y los soberanos de Sicilia. Porque se debe notar que el tal privilegio fue limitado a Roger y que Pascual II lo confirió sólo a su sucesor.

La pretendida Bula de Urbano II, descubierta en tiempos de Fernando el Católico, es apócrifa, o al menos interpolada.

Murió en Roma el 29 de junio de 1099, siendo sepultado en San Pedro.
Dejó muchas cartas, varias bulas y discursos.

Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945


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