INOCENCIO III (1198-1216)
Este papa, que fué uno de los más ilustres de la Iglesia, vió la luz primera en Anagni, y era hijo de una noble familia de la que nacieron nueve pontífices. Estudió en París y en Bolonia. Su pariente, Clemente III, le nombró cardenal. Su pontificado de dieciocho años señala el apogéo del poder pontificio en la Edad Media.
Elegido a los 37 años, desplegó una actividad prodigiosa, abrazando en su solicitud el Oriente y el Occidente. Como base de su actuación adoptó el programa de afianzar y restablecer la autoridad pontificia en los Estados de la Iglesia, salvar la Iglesia de Oriente, infligir un duro golpe a las nuevas herejías, llevar a los príncipes cristianos a la paz, reavivar el sentimiento religioso y extirpar los abusos.
Inocencio III empezó por reorganizar la Corte papal, tratando de reducirla a una vida sencilla y sustraerla a toda venalidad. Se ocupó del restablecimiento de la autoridad papal en Roma, minada por las veleidades republicanas que el pueblo seguía acariciando, y se atribuyó la facultad de nombrar al senador de Roma. Reconquistó para el papado la Marca de Ancona y el ducado de Espoleto, y obligó a Constanza, reina de Sicilia, a reconocer la soberanía de la Santa Sede. En Alemania, después de haber asistido por algún tiempo como espectador imparcial a la lucha de los dos pretendientes al trono imperial, Otón de Brunswich y Felipe de Suabia, se declaró a favor del primero y le coronó en 1209. Pero Otón, apenas consagrado, trató de adueñarse de los dominios pontificios y del reino de Sicilia (1210). Inocencio III le excomulgó y declaró depuesto, e hizo que los príncipes germanos reconocieran como emperador a Federico II (1215), hijo de Enrique VI, que la reina Constanza, antes de morir, había confiado a su protección.
Habiendo abordado la cuestión de Francia, lanzó el interdicto contra el reino, excomulgando al rey Felipe Augusto, que había repudiado a su esposa, Ingelburga de Dinamarca, sin el consentimiento papal, para casarse con Inés de Merania. El rey se resistió en un principio, pero luego tuvo que ceder, separándose de Inés y llamando nuevamente a su legitima esposa. Asimismo, Inocencio defendió la santidad del matrimonio contra Alfonso IX de León, que había contraído matrimonio contra los cánones.
Entretanto, el rey Juan Sin Tierra de Inglaterra oprimía a la población y se negaba a reconocer al obispo de Canterbury, Esteban Langton. El papa le excomulgó (1212), amenazándole con dar la investidura de Inglaterra al rey de Francia (1213). Juan se sometió, y se declaró vasallo de la Santa Sede.
Inocencio puso, además, todo su esfuerzo en reavivar el celo por las cruzadas; más la expedición inspirada y organizada por él no tuvo buen resultado, pues los venecianos, con sus artimañas, la desviaron en provecho propio para la reconquista de Zara, y acabó luego, contra la voluntad de Inocencio III, con la conquista de Constantinopla y con la fundación de aquel imperio latino.
En compensación, tuvo el consuelo de ver derrotados a los enemigos de la Cruz en la célebre batalla de Las Navas.
También promovió la expedición contra los albigenses en el Mediodía de Francia, y para ponerles freno instituyó el tribunal de la Inquisición episcopal.
Celebró luego el cuarto concilio de Letrán (1215, XII ecuménico), en el que fueron promulgados setenta cánones sobre la fe, las costumbres y la disciplina eclesiástica; también fueron condenados los herejes albigenses.
Durante su pontificado fueron a Roma Santo Domingo y San Francisco de Asís, para obtener la aprobación de las dos órdenes instituídas por ellos.
Invitó a Bulgaria, Servia y Galitzia a que se unieran con la Iglesia de Roma; defendió con energía los derechos de la Iglesia en Hungría, Polonia, Suecia y Noruega, y muchos reinos se convirtieron en sus vasallos, llevando el poderío social del papado a una grandeza jamás vista.
Fundó la Universidad de París.
Murió el 17 de julio de 1216 en Perusa, mientras Pisa y Génoval preparaban una nueva Cruzada inspirada por él.
Fué sepultado en la catedral de Perusa, y en 1890 León XIII hizo trasladar sus restos a la basílica de Letrán, donde le erigió un monumento.
Quedaron de este papa muchas obras, parte de las cuales fué impresa por primera vez en Colonia, en 1552. Comprenden, además de un tratado latino sobre el Menosprecio del mundo, los Discursos, los Comentarios sobre los salmos penitenciales, seis libros sobre los Sacramentos y, principalmente, una copiosisima colección de Cartas.
Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945