S.S. Pío XII
A LOS ESPOSOS
10 de Septiembre de 1941
"...en el seno de la familia, aunque esté constituída solamente por los esposos, exista una autoridad, pasa el Papa a establecer las relaciones mutuas que en orden a la misma exigen los dictámenes de la razón y de la fe. La norma es: huir los extremos.
Sin ninguna autoridad, la familia caería en la anarquía; si la balanza de la autoridad se inclina demasiado del lado o en favor del marido, tendremos la esclavitud de la mujer; si por el contrario se inclina a los antojos de la mujer, seguiránse los horrores que conoció el paganismo.
Es necesario, por consiguiente, buscar el equilibrio; el cual, si es posible de hallar en un ambiente de frío cálculo de derechos y deberes, se consigue en cambio y se actúa cuando el amor confiado anima las relaciones entre ambas partes. Si el que manda ama, nunca ejercerá un dominio despótico; si el que obedece ama, nunca se someterá con espíritu de esclavo.
¡Cuán preciosas enseñanzas se sacan de estas ideas capitales! Quiera Dios que todas las familias cristianas del mundo se ajusten a este código de orden y de paz, que nadie, fuera del Vicario de Jesucristo, podría darnos jamás.
EN CADA FAMILIA UNA CABEZA
Cuando hace unos días, queridos recién casados, bajo la mirada de Dios y en presencia del sacerdote, haciéndoos ministros del gran Sacramento que recibíais, os disteis mutuamente vuestro solemne y libre consentimiento en la obligación de indisoluble comunidad de vida, sentisteis en ese sagrado acto, dentro de vuestra alma, que estabais y obrabais en condiciones de perfecta igualdad, de manera que el contrato matrimonial ha sido concluído entre vosotros con plena independencia, como entre personas que tienen derechos estrictamente iguales. Allí se manifestó vuestra dignidad humana en toda la grandeza de su libre voluntad.
Pero en aquel mismo momento fundasteis una familia (contrato matrimonial ha sido concluído).
Ahora bien, toda familia es una sociedad de vida: toda sociedad bien ordenada requiere un jefe; toda potestad de cabeza o jefe proviene de Dios. Por eso también la familia fundada por vosotros tiene un jefe investido por Dios de autoridad sobre aquella que se le ha dado por compañera para constituir su primer núcleo, y sobre aquellos que con la bendición del Señor vendrán a acrecentarlo y alegrarlo, como vigorosos retoños alrededor del tronco del olivo...
Ahora bien, toda familia es una sociedad de vida: toda sociedad bien ordenada requiere un jefe; toda potestad de cabeza o jefe proviene de Dios. Por eso también la familia fundada por vosotros tiene un jefe investido por Dios de autoridad sobre aquella que se le ha dado por compañera para constituir su primer núcleo, y sobre aquellos que con la bendición del Señor vendrán a acrecentarlo y alegrarlo, como vigorosos retoños alrededor del tronco del olivo...
Sí; la autoridad del jefe de la familia viene de Dios, como vino de Dios a Adán la dignidad y
la autoridad de primer jefe del género humano, dotado de todos los dones que había de transmitir a
su progenie; por eso él fue formado primero, y Eva después; y, como dice San Pablo, Adán no fué
engañado, sino que fué la mujer quien se dejó seducir y prevaricó. La curiosidad de Eva al mirar el
hermoso fruto del Paraíso terrestre, y su conversación con la serpiente, ¡cuánto daño causaron al
primer hombre, a ella misma, a todos sus hijos y a nosotros! A ella, además de multiplicarle los
afanes y los dolores, Dios le dijo que quedaría sometida al marido. ¡Oh esposas y madres cristianas! No cedáis nunca a la sed de usurpar el centro de la familia. Vuestro cetro - cetro de amor -
debe ser el que os pone en las manos el Apóstol de las gentes; el salvador, mediante la procreación
de los hijos, si os conserváis en la fe, en la caridad y en la santidad, con modestia."
I Tim. II, 13-14.
Gen. III, 16.
I Tim. II, 15.
Gal. III, 26-28.
I Cor. XI, 3.
Mt. XIX, 6.
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