VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA, Confesor


12 de Mayo del Año del Señor
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA,
Confesor

Si complaciese todavía
a los hombres, no sería yo
siervo de Cristo.
(Gálatas 1, 10).


Santo Domingo de la Calzada fue italiano de nación, y habiendo dado su patrimonio a los pobres, para ser menos conocido, vino a España, donde pretendió hacerse religioso de san Benito en el monasterio de san Millán. Entonces se juntó con san Gregorio, obispo de Ostia, que había venido a Navarra por legado del Papa a mitigar el azote de Dios, que hacía grande estrago en todo aquel reino, pues la langosta y pulgón comían y destruían los frutos de la tierra; y con las oraciones, limosnas y, penitencias que mandó hacer san Gregorio se enmendaron muchos, de su mala vida, y cesando los pecados, cesó también el castigo de ellos. Muerto san Gregorio, se determinó santo Domingo de hacer asiento en el mismo lugar que ahora tiene su nombre; allí edificó una pequeña celda y una capilla que dedicó a nuestra Señora: luego desmontó la espesa selva donde se guarecían muchos ladrones y salteadores que robaban a los peregrinos que iban en romería a Santiago de Galicia. Hizo además una calzada de piedra, que por ser obra tan insigne, tomó el santo de ella el nombre; y para hospedar a los peregrinos, les edificó un hospital, donde le visitó santo Domingo de Silos, que a la sazón vivía, y los dos santos se recibieron: con mucha ternura y caridad, y el de Silos alabó mucho las buenas obras que hacía el de la Calzada. Siete años antes de morir hizo labrar su sepulcro en una peña, y para que este lugar no estuviese ocioso, le llenaba de trigo para repartirlo a los pobres. Un día vino a visitarle una devota mujer que le preguntó la causa de haber cavado su sepultura tan lejos de la iglesia. A lo que respondió el santo: No tengáis cuidado de eso, señora; la divina Providencia cuidará de que mi cuerpo repose en lugar sagrado, porque os hago saber que, o la iglesia seguirá mis pasos a este recinto o mi cadáver gozará de sus favores. El suceso mostró que había hablado con espíritu profético, pues con el discurso del tiempo vino el sepulcro del santo a estar dentro de la Iglesia. Finalmente, habiendo pasado su larga vida con grande aspereza y penitencia, murió en el Señor, el cual ilustró a su siervo con tantos milagros, que en aquel mismo sitio se le hizo un hermoso templo, y después una ciudad que tomó su nombre y se llama Santo Domingo de la Calzada.


ORACIÓN

Clementísimo Dios, que te dignaste adornar a tu bienaventurado confesor Domingo con virtudes tan excelentes, concédenos que por al intercesión de este justo, cuyo nacimiento para el cielo celebramos en este día, seamos libres de las cadenas de nuestros pecados y merezcamos gozar de su compañía en los cielos. Por J. C. N. S. Amén.


REFLEXIÓN

Dignas de alabanza son las obras de pública utilidad; pero tienen sin duda más especial mérito delante de Dios las que se ordenan al acrecentamiento de la religión y de la piedad, como las que hizo santo Domingo de la Calzada; porque el que en ellas emplea su trabajo y hacienda, coopera señaladamente a todas las buenas obras y piadosos ejercicios que con ocasión de ellas después se practican. ¡Oh! ¡cuánta gloria del Señor se sigue de la fábrica de un templo, de una casa de beneficencia o de otros edificios que levanta la caridad cristiana en honra de la religión y beneficio de los pobres! Si los hombres ricos y poderosos entendiesen los tesoros celestiales que pueden alcanzar con este empleo de sus terrenales riquezas, no habría uno solo de ellos que en la hora de la muerte no dejase un legado pío para semejantes obras. ¿Cómo no ha de tener un palacio en el cielo, quien labra una casa de Dios en la tierra?


MEDITACIÓN SOBRE
LA MALA COMPLACENCIA

I. No te imagines que podrás agradar a todo el mundo; ni nuestro Señor lo ha logrado. ¿Acaso no se murmura todos los días contra Dios? El que va a viajar quiere un día sereno y el hortelano lluvioso; Dios no puede contentar a todo el mundo: ¿Cómo lo podrías tú? Haz tu deber y deja que hablen. Las cosas que se digan de ti no harán daño a tu felicidad, si tienes suficiente entereza de espíritu como para menospreciarlas.

II. A menudo censurarán tus acciones aun las más santas y alabarán las más imperfectas. Si eres humilde, se te calificará de cobarde; tu virtud será tenida por hipocresía. El pródigo pasará por generoso y el hipócrita por virtuoso. ¡Fíate ahora del juicio de los hombres, que alaban el vicio y desacreditan la virtud! ¿Es por ventura razonable que te alegres con los elogios de los necios y te aflijas por sus desaires?

III. No cometas pecado alguno, por pequeño que sea, ni omitas ninguna buena obra por agradar a los hombres. Si ellos son razonables, quedarán en cantados viendo que eres fiel a Dios; si no lo son, su estima debe serte indiferente. Es más fácil agradar a Dios que a los hombres, porque Dios es inmutable y los hombres son inconstantes. Cuán dichosos seríamos, si hiciéramos tanto caso de los mandamientos de Dios como hacemos de las burlas de los hombres. (San Paulino).

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo I, Patron Saints Index.