Fr. Bernardo Pacheco
¿Estamos obligados a seguir la conciencia recta
por precepto natural?
Que sí; porque por precepto natural estamos obligados a conformarnos con la conciencia recta.
Y se prueba:
La conciencia recta es la misma ley natural, que dicta lo que debemos hacer, y lo que debemos omitir: luego por precepto natural, impreso en nuestros corazones, estamos obligados a seguir, y conformarnos con la conciencia recta.
La consecuencia es clara: El antecedente enseña S. Thom. 1. 2. q.71. art. 6. ad 4. en estas palabras: ius naturale, quod continetur primo quidem in lege aeterna, secundario vero in naturali iudicatorio rationis humanae : Atqui, el dictamen de la razón es la conciencia: luego la conciencia no es otra cosa que la ley natural, que dicta lo que bic & nunc se ha de obrar, y lo que se ha de omitir.
Suma moral
Tomo 1
Bernardo Pacheco
1766
https://www.google.es/books/edition/Suma_moral_escrita_en_breve_compendio/dhFOgA6rBg0C?hl=es&gbpv=1
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Antonio de San José (O.C.D.)
Compendio Moral Salmaticense
P. ¿Estamos por precepto natural obligados a seguir la conciencia recta?
R. Que lo estamos; porque ella es la misma ley natural que nos dicta lo que debemos hacer, u omitir. Por lo mismo se infiere legítimamente, que la conciencia propia obliga más fuertemente, que toda otra ley humana.
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La ley de Dios
¿Cuál es la norma de la conciencia?
La virtud
¿Es sospechoso el dictamen de la conciencia ?
No, cuando la conciencia es recta
LECCIÓN IV
Conciencia
- P. ¿Qué es conciencia? R. El íntimo testimonio del alma que aprueba o desaprueba nuestros afectos, deseos, palabras y obras.
- P. ¿Cuál es la guía de la conciencia? R. La ley de Dios.
- P. ¿Cuál es la norma de la conciencia? R. La virtud.
- P. ¿Es sospechoso el dictamen de la conciencia ? R. No, cuando la conciencia es recta, porque entonces no examina nuestra conducta a placer de las pasiones, sino comparandola con la ley.
- P. ¿Cabe error en la conciencia? R. Si.
- P. ¿De donde puede nacer el error de la conciencia? R. De ignorancia de la ley, de ceguedad de algún afecto desordenado, ó de equivocación inculpable...
- P. ¿Cuándo hay culpa en el error de la conciencia? R. Cuando proviene de ignorancia de lo que debemos saber, ó del desenfreno de alguna pasión que debemos reprimir.
- P. ¿De qué errores debemos preservar la conciencia? R. De los nocivos a la rectitud de nuestras acciones,
- P. ¿Por qué? R. Porque de cualquiera de estos errores se sigue el quebrantamiento de la ley.
- P.¿Contribuye la conciencia a la dignidad del hombre? R. Sí: porque le hace juez de la misma conducta suya que ha de ser residenciada por Dios.
- P. ¿A qué obliga al hombre la dignidad á que le exalta este juicio? R. A imitar respeto de su conducta, la rectitud del juicio de Dios.
- P. ¿Cómo imita la conciencia esta rectitud? R. 1. Dejándose guiar de la ley natural que no es contraria a la verdad, ni complicada, ni oscura, ni necesita de comentarios para ser entendida. 2. Armándose contra la ignorancia, y contra las pasiones que derraman tinieblas en el entendimiento, y debilitan los buenos afectos del corazón.
- P. ¿Cuál es el engaño más temible de la conciencia ? R. El que nos presenta la mentira como verdad, y el vicio como virtud.
- P. ¿Por qué? R. Porque tienen difícil cura los males que se cometen socolor del bien.
- P. Son perniciosas a la sociedad esta clase de conciencias? R. Si porque de ellas han nacido ordinariamente las guerras del fanatismo que han trastornado y aun asolado reinos enteros.
- P. ¿Cómo se precave este estrago? R. Promoviendo los padres de familia y los demás superiores la sólida y piadosa instrucción de sus hijos y súbditos.
- P. ¿Por qué se cree segura la conciencia del malo? R. Porque cree que no se descubrirá su desorden.
- P. ¿Cómo se cura este engaño? R. Creyendo que los más escondidos senos de la conciencia están patentes a los ojos del Supremo Juez, y lo han de estar á la faz del mundo en el último juicio.
- P. ¿A quien habla con fruto la conciencia? R. Al que examina sus obras comparándolas con la ley, y desea proceder en todo con rectitud sin dar oídos á sus pasiones.
- P. ¿Por qué? R. Porque este es juez imparcial de sí mismo, que se avergüenza y se arrepiente si alguna vez obra mal, y precave los estragos del remordimiento.
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