Divisamento
8 de febrero de 1893
"Los intentos de esta secta maldita, la masonería, son siempre y en todas partes los mismos, esto es, directamente hostiles a Dios y a la Iglesia, y poco o nada le importa, no ya que las almas se pierdan, sino aun que la sociedad se precipite en una creciente decadencia, y la misma libertad, tan coreada por ellos, se vea oprimida, con tal que con ella la Iglesia quede encadenada y oprimida y se debilita y extinga gradualmente en los pueblos el sentimiento religioso"
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