4 de septiembre del Año del Señor
SANTA ROSALÍA,
Virgen
Virgen
Cuando en una ciudad os persigan, huid a otra.
(Mateo, 10,23).
Santa Rosalía, de Palermo, se retiró a una cueva abierta solamente por lo alto, y escribió en la piedra esta inscripción que hoy se lee todavía: "Yo, Rosalía, hija de Sinibaldo, señor de Quisquina y de Rosae, he resuelto habitar en esta cueva por amor a mi Señor Jesucristo". Vivió en este retiro como una paloma gemebunda, los ojos sin cesar elevados hacia la patria celestial. Rompió la muerte sus cadenas alrededor del año 1160 y Rosalía se presentó a su divino Esposo coronada de rosas de castidad y de lirios de virginidad.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios, salvación nuestra; haced que, regocijándonos con la solemnidad de la bienaventurada Rosalía, vuestra virgen, sintamos crecer en nosotros el espíritu de piedad, y encontremos en su intercesión un abrigo contra los golpes de vuestra cólera. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE LA PRESUNCIÓN
DE LA SALVACIÓN
I. La mayoría de los hombres viven en una vana esperanza del paraíso. Nadie quiere ser condenado, nadie cree serlo un día, pero muchos no hacen lo que hay que hacer para evitar el infierno. Siempre se piensa en la bondad de Dios y raramente en su justicia. La gente se ilusiona con el ejemplo del buen ladrón, y no se da cuenta de que este ilustre penitente se convirtió en un momento en que todo el mundo abandonaba a Jesús, y que obedeció a la primera inspiración de la gracia.
II. Pero, ¿en qué basas esa confianza de que te has de salvar? ¿Será en tus buenas obras? ¿Qué haces tú para ganar el cielo? ¿Será por los méritos de Jesucristo? Él te ha redimido sin cooperación alguna de tu parte; pero no te salvará, si no cooperas en tu salvación. Ya se ve, fundas tu esperanza en la bondad de Dios: pero, porque Dios es bueno, ¿habrás tú de ser malvado, y habrás de pecar tantas veces cuantas Él te perdona? (Tertuliano).
III. Trabaja, pues, en tu salvación con temor. San Pedro y Magdalena lloraron sus faltas todo el resto de su vida, aunque ya estaban seguros de haber obtenido el perdón de ellas. Se ha visto a santos, después de haber vivido en el yermo, temblar de espanto al acercarse su muerte; ¡y tú, nada temes! ¿De dónde procede esta seguridad? ¿No es acaso una señal de tu poca fe, más bien que una prueba de valentía? Temo dejar este mundo y tiemblo a la entrada del puerto, porque ignoro quién debe recogerme al salir de esta vida. (San Bernardo).
*Muy cierto, mis queridos hermanos. La inmensa mayoría de las personas que pueblan el orbe hoy no se preocupan ni lo más mínimo por la salvación de sus almas, es más, ni siquiera piensan en ello, hundidos como están en las falsas consolaciones y distracciones materiales y mundanas, que no son sino auténticos engaños para el alma pues hacen que no pensemos en Dios, sino únicamente en las cosas de aquí abajo, que sólo son vanidad de vanidades. Además, si echamos un vistazo a quienes han caído en las redes de la Ramera de Babilonia y sus franquicias del Ánomos, veremos que los pobres están muy engañados con esa falsa sensación de paz y seguridad que les han infundido los gurús que les dirigen, haciéndoles creer que con el recurso a los Sacramentos ya tienen todo lo suficiente para asegurar su salvación, pero ocultándoles criminalmente que ELLOS NO SON MINISTROS VÁLIDOS NI LÍCITOS, SINO SIMPLES LAICOS DISFRAZADOS SIN MISIÓN CANÓNICA NI JURISDICCIÓN SOBRE NADIE, pues sólo el Papa puede darles dicha misión y jurisdicción, y no tenemos Papa desde la muerte del último Vicario de Cristo, S.S. Pío XII, el 9 de octubre de 1958, por lo que esos infelices están desobedeciendo la Disciplina impuesta por el último Pontífice que les invalida y les incapacita para realizar función alguna, atrayéndose sobre sus cabezas la ira divina y la indignación de los benditos Apóstoles Pedro y Pablo, cometiendo toda suerte de actos inválidos, nulos, ilícitos, írritos, sacrílegos, gravemente pecaminosos, profanaciones que claman justicia al Cielo. ¡Eso es lo que no les dicen los desgraciados sectarios que tienen a tantos incautos engañados en sus sectas del demonio! Por tanto, toda esa pobre gente corre un riesgo ENORME de condenación eterna, al hacerse partícipes de los sacrilegios y fornicaciones de Babilonia la Grande y sus filiales lefebvrista y thucista. Que Santa Rosalía interceda por nosotros y nos alcance el valor para gritar con voz fuerte contra la infame prostituta de Babilonia que tiene encandilado al mundo entero, de manera que sean muchos los que puedan despertar y salir de las garras pestíferas de esa monstruosa abominación antes de que sea demasiado tarde.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
SANTA ROSALÍA,
Virgen
n. hacia el año 1130 en Palermo, Sicilia;
† alrededor del año 1160
† alrededor del año 1160
Cuando en una ciudad os persigan, huid a otra. (Mateo 10, 23)
+ En el monte Nebo, tierra de Moab, san Moisés, legislador y Profeta.
+ En Nápoles de Campania, el tránsito de santa Cándida, la primera que recibió a san Pedro, cuando el Apóstol fue a aquella ciudad, y bautizada por él, descansó más tarde con santo fin.
+ En Tréveris, san Marcelo, Obispo y Mártir.
+ En Ancira de Galacia, el triunfo de tres santos niños Mártires: Rufino, Silvano y Vitálico.
+ El mismo día, los santos Mártires Magno, Casto y Máximo.
+ En Chalons de Francia, san Marcelo, Mártir, el cual en el imperio de Antonino, convidado por el Presidente Prisco a un banquete profano, como execrase aquellos manjares, y reprendiese con libertad a todos los asistentes porque sacrificaban a los ídolos, fue por el mismo Presidente, con inaudita crueldad, enterrado hasta la cintura, y perseverando así tres días en las divinas alabanzas, entregó su incontaminado espíritu.
+ Hoy también, los santos Tamel, antes sacerdote de los de los ídolos, y sus Compañeros Mártires, en tiempo del Emperador Adriano.
+ Igualmente los santos Mártires Teodoro, Océano, Amiano y Julián, que en el imperio de Maximiano, cortados los pies y arrojados a la hoguera, consumaron el martirio.
+ En Roma, san Bonifacio I, Papa y Confesor.
+ En Rímini, san Marino, Diácono.
+ En Palermo, el tránsito de santa Rosalía (Rosalía Sinibaldi), Virgen Palermitana, descendiente de la sangre real de Carlo Magno; la cual, por amor de Cristo, huyendo del principado y del palacio paterno, solitaria en los montes y en las grutas vivió una vida celestial.
+ En Viterbo, la Traslación de santa Rosa Virgen, de la tercera Orden de san Francisco, en tiempo del Papa Alejandro IV.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.