VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN LEONARDO, Confesor



6 de noviembre del Año del Señor

SAN LEONARDO,
Confesor

La paz mía os doy, no os la doy yo
como la da el mundo.
(Juan, 14, 27)

San Leonardo, noble cortesano de Clodoveo, fue convertido por San Remigio. Quiso el rey ser su padrino, dio libertad a gran número de cautivos a su pedido, y le ofreció un obispado, que él rehusó para entrar al Monasterio de Micy, bajo la dirección de San Mesmino. En seguida entregóse a la vida eremítica y se retiró a una floresta próxima a Limoges. Practicó allí grandes austeridades. Descubierto por el rey en su desierto, recibió el ofrecimiento de un vasto territorio para fundar en él un monasterio que, más tarde, dio nacimiento a la ciudad de San Leonardo.


ORACIÓN

Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Leonardo, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando su nacimiento al cielo imitemos sus ejemplos de virtud. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE LAS MISERIAS
DEL MUNDO

I. Sólo engaño hay en el mundo. No se encuentra fidelidad entre los amigos, ni caridad entre los parientes; por todas partes reina el disimulo; todos disimulan sus sentimientos, ocultan sus proyectos, buscan sus intereses y sus placeres. ¿En quién se podrá uno confiar? ¿De quién no se habrá de desconfiar? Sin embargo, ¡oh Dios mío! ¡nos fiamos en el mundo que tan a menudo nos ha engañado y no en Vos, que siempre habéis sido fiel a vuestras promesas!

II. No hay paz en el mundo, por todas partes reinan la división y la turbación: los hombres guerrean unos contra otros y se rebelan contra Dios con sus pecados; ¡concedednos esa paz que dais a vuestros servidores y que el mundo no puede darnos! Imita a los santos, que viven sin turbación en medio del mundo, porque no están animados por el espíritu del mundo, sino por el de Jesucristo.

III. No existen en el mundo verdaderos bienes. Sus favores son emboscadas que nos tiende para perdernos. Sus bienes no son sino aparentes. Sus placeres siempre están mezclados de hiel y de amargura: nunca han contentado ni a uno solo de sus partidarios; cuanto más se tiene, más miserable se es. Renunciemos a un mundo poco fiel y siempre sospechoso: los pequeños son en él presa de oprobios, y los grandes, de la envidia. (San Euquerio).

*En efecto, mis queridos hermanos fieles. Nada hay en el mundo que merezca nuestros desvelos y fatigas, pues allí tan solo se encuentran la falsedad y el orgullo a raudales. Quienes viven animados por el mal espíritu del mundo siempre están inquietos, incluso en medio de la opulencia material, porque han puesto su corazón en las vanidades y los ídolos vacíos, por eso su corazón no tiene paz verdadera y siempre están acosados por el temor de la mala conciencia (Isaías 48,22). Los ídolos de hoy y de siempre son el dinero, el sexo, y el orgullo que busca siempre aparentar y ponerse en el lugar de Dios. Nada nuevo bajo el sol. De todos ellos, seguramente el más peligroso es el orgullo, pues es un criminal que no duda en disfrazarse de ángel de luz, adoptando falsas apariencias de piedad y unos escrúpulos enfermizos que el soberbio pretende hacer pasar por devoción fingida, para así criticar sin piedad a quienes le reprochan su doblez y le hacen ver lo errado de su proceder. Los verdaderos servidores de Cristo Rey debemos huir como de la peste del mundo y su triple concupiscencia, pues esos lazos del demonio tienen atrapadas a la inmensa mayoría de las almas del orbe, de ahí que haya que hacerse violencia y separarse de quienes se rigen por el imperio de los sentimientos y juicios meramente humanos, que son locura y escándalo para Dios, como así nos lo mostró Jesús cuando reprochó a Pedro el considerar las cosas desde el punto de vista carnal únicamente (Mateo 16,23). Para penetrarnos del Espíritu de Dios, del Paráclito Consolador, es preciso que primero nos vaciemos de nosotros mismos y del criterio torcido con el que lo juzgábamos todo antes de ser iluminados de lo alto por el Espíritu Santo. Sólo entonces podremos gustar y saborear las cosas de Dios, y comprobar cuán alejados estábamos de la Verdad. San Leonardo Confesor, ora pro nobis!

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


6 de Noviembre del Año del Señor.
SAN LEONARDO,
Confesor
† hacia el año 559

Patrono de los cautivos y prisioneros de guerra; herreros; cerrajeros; porteros; mineros; verduleros; tenderos; partos; caballos. Protector contra robos y asaltos; ladrones y atracadores.

La paz mía os doy, no os la doy Yo como la da el mundo.
(Juan 14, 27)

+ En Barcelona de España, san Severo, Obispo y Mártir, el cual, por la fe católica, taladrada con un clavo la cabeza, recibió la corona del martirio.
+ En Túnez de África, el triunfo de san Félix, Mártir, el cual, hecha su confesión de la fe y dejado para atormentarle más tarde, el día siguiente (según refiere san Agustín, exponiendo en su festividad un salmo al pueblo) fue hallado exánime en la cárcel.
+ En Teópolis, que es Antioquía, diez santos Mártires, de quienes se lee que fueron atormentados por los Sarracenos.
+ En Frigia, san Ático, Mártir.
+ En Bergen de Flandes. el tránsito de san Winoco, Abad, el cual, esclarecido en virtudes y milagros, sirvió mucho tiempo aun a sus propios súbditos Monjes.
+ En Fondi de Campania, san Félix, Monje.
+ En Limoges de Aquitania, san Leonardo, Confesor, que fue discípulo de san Remigio Obispo. Siendo de origen noble, eligió vida solitaria, y fue esclarecido en santidad y milagros; su poder resplandeció principalmente en libertar cautivos.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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