VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

NINGÚN SER ES TAN CULPABLE


 Cornelio a Lapide

Ningún ser es tan culpable, criminal, depravado e infame
como lo es Satanás.

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Nos lo dice S. Agustín. El demonio es el doctor de la mentira, el adversario del género humano, el inventor de la muerte, el preceptor del orgullo, el príncipe de la malicia, el autor de los crímenes, el príncipe de todos los vicios, el instigador de los vergonzosos deleites . ¿Puede darse nada más corrompido ni más malo que nuestro enemigo? dice en otra parte aquel padre: ¿Quid pravius, quid malignius, quid adversario nostro nequius? (In Serm. commun., serm. IV.)

La Sabiduría pinta á los demonios del modo siguiente: Son monstruos de una especie desconocida, llenos de un furor inaudito, respiran llamas, vomitan negro humo, y lanzan de sus ojos horribles centellas; no sólo pueden exterminar con sus mordeduras, sino que únicamente con su vista pueden matar de espanto.

Jesucristo y sus apóstoles atribuyen á los demonios los mayores crímenes, la incredulidad de los judíos, la traición de Judas, la ceguedad de los paganos, las enfermedades crueles, las posesiones y las obsesiones. Llaman á Satanás padre de la mentira, príncipe de este mundo, príncipe del aire, antigua serpiente, diablo.

En los exorcismos, el demonio es llamado espíritu inmundo, miserabilismo, tentador, engañoso, padre de la mentira y de las herejías, feroz, serpiente, autor de la impudicicia, ser desprovisto de prudencia, insensato, devastador, horrible, afeminado, envenenador, monstruo de los monstruos, ser arrojado del paraíso, de la gracia de Dios, de la mansión de la felicidad, de la asamblea y de la sociedad de los ángeles, criatura reprobada y maldita de Dios por la eternidad, orgullosa, infame, llena de crímenes, de abominaciones y de blasfemias, cubierta de maldiciones, cargada de excomuniones y merecedora de los fuegos del infierno. 

He aquí los nombres y los títulos que la Iglesia da al demonio, apostrofándole en los exorcismos. Por ellos, juzgad lo que es efectivamente.

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