VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

Instrucción espiritual sobre LOS ESCRÚPULOS (I)


 Dom Innocent Le Masson
General de la Orden de los Cartujos
Avis Spirituels et Méditations
(Extraída de la obra Avis Spirituels et Méditations, Tournai, 1911)
https://archive.org/details/avisspirituelset00lema


SOBRE EL ESCRÚPULO

Este consejo, escrito para instrucción y consuelo de un alma piadosa, puede dividirse en cinco partes: 1º Nociones generales sobre los escrúpulos; 2º sus remedios lejanos; 3º sus remedios próximos; 4º economía o utilidad del escrúpulo; 5º conclusión.


PRIMER CAPÍTULO - NOCIONES GENERALES SOBRE EL ESCRÚPULO.

Te deseo, alma piadosa, en palabras de David, una gran abundancia “de este santo temor del Señor, que permanece para siempre”1. De hecho, este temor es afectuoso, seguro de sí mismo y trabajador; es firme en la resolución de huir del verdadero mal, y ahuyenta los falsos temores “que hacen temblar de miedo allí donde no hay razón para tener miedo”2; Finalmente, evita que nos cansemos y nos enojemos en el momento equivocado.

1 Timor Domini sanctus, permanens in saeculum saeculi. Ps. XVIII, 10.

2 lllic trepidaverunt timore, ubi non erat timor. Ps. XIII, 5.


Ahora bien, este sentimiento es el que más se adapta a vuestro estado actual, ya que contiene el verdadero remedio a la enfermedad de los escrúpulos que tanto os afecta.

Así que repito, el verdadero temor del Señor es santo: porque hace huir el mal y hacer el bien con discernimiento y con tranquilidad; este temor permanece para siempre: porque no está sujeto a la inconstancia, ni a las penas punzantes, y sirve siempre a las almas más puras para llenarlas de una confianza cada vez más filial. Pero, por el contrario, el miedo que constituye la raíz principal del escrúpulo no es santo: porque quita la paz, que es uno de los frutos del Espíritu Santo, y reduce al alma herida por él a no actuar sino como una esclava, sin siquiera saber lo que hace. Tampoco permanece en un estado permanente: porque el alma afectada por el escrúpulo está siempre preocupada y perpleja, constantemente sólo construye y destruye, toma resoluciones y luego, impulsada por el arrepentimiento, las abandona inmediatamente; y así mantiene al alma abrumada por las ansiedades de la irresolución. El santo temor del Señor destruye radicalmente este mal temor del escrúpulo: de hecho no pueden permanecer juntos; además, cuando uno está establecido en el alma, debe salir el otro, ya que son totalmente opuestos.

Debemos dedicarnos con toda nuestra diligencia a eliminar este miedo demasiado servil, y con tanta diligencia como debemos tener en estima la paz y la caridad, ya que la paz no puede subsistir con este miedo y la caridad no puede perfeccionarse hasta que lo haya expulsado; de hecho, nos dice el apóstol San Juan, “el temor no se encuentra con la caridad, sino que la caridad perfecta echa fuera todo temor”3. Ayudaos entonces a sustraeros de esta peligrosa enfermedad, puesto que tenéis tanto interés en ella y puesto que está en juego el resto de vuestra vida, “que se pasaría en dolores interiores, y de la que pasarían los años en gemidos de conciencia"4, si no quisierais trabajar para retiraros de ella. Tomad la firme resolución de escuchar los consejos y hacer lo que sea necesario para seguirlos con facilidad.

3 Timor non est in charitate ; sed perfecta charitas foras mittit timorem. I Joann. IV, 18.

4 Defecit in dolore vita mea, et anni mei in gemitibus. Ps. XXX, 11.

Continuará...



San Bruno
Fundador Orden de los Cartujos

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