VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

MEDITACIONES DE SANTO TOMÁS DE AQUINO (VIII)

 


Santo Tomás de Aquino

SEGUNDO PUNTO

EL PECADO NOS PRIVA DE DIOS


¡Pero cuántas veces, por el pecado, habéis echado a Dios de vuestro corazón, y así habéis consentido en perderlo! Esta pérdida puede haber dejado en vosotros una fe y una esperanza languidecientes: pero Dios no está más en un pecador que en una piedra, en una planta o en una serpiente. Sin duda, dice Santo Tomás, Dios llena todas las cosas por su inmensidad; Él está más presente para ellos de lo que ellos están presentes para sí mismos: y sin embargo, si se permite decir que Dios está en el pecador, sólo puede ser con esta restricción: en la medida en que el pecador es una criatura que Dios preserva (1). En este sentido, añade este santo Doctor, está presente, incluso entre los demonios, en la medida en que preserva su ser. Oh ! ¡A qué estado espantoso nos reduce el pecado! ¡Dios, cuya posesión trae felicidad a las almas, cuya visión trae felicidad al paraíso, no está más en un pecador que en una serpiente, que en un demonio! ¡Ah! ¿No comprendió David cuánto le había privado de Dios su pecado, cuando, arrepentido, dijo con mil suspiros y un torrente de lágrimas: “Miserere mei, Deus”, oh Dios, ten piedad de mí? Mirad, dice un Padre de la Iglesia: David ya no se atreve, después de su pecado, a llamar a Dios su Dios, sino sólo Dios. Oh Dios, es verdad que este gran poder que sacó de la nada toda la naturaleza, que me elevó a un trono a través y a pesar de las persecuciones, me ofrece lo suficiente para saber que Vos sois Dios; pero, después de haberos perdido por mi crimen, después de haber preferido el placer de un momento a vuestra amistad, ¿cómo me atrevería a decir que sois mi Dios? Os reconozco como Dios, pero no pretendo llamaros mi Dios (2). Oh pérdida de Dios, ¿podrás alguna vez arrepentirte lo suficiente? ¡Pobre de mí! alma mía, ¿qué llorar, qué lamentar, si no nos arrepentimos y no lamentamos la pérdida de Dios?


(1) Non dicimus simpliciter : Deus est in peccatore; nisi addatur: in quantum est creatura. D. Th. in 1 D. 37. Q. 1, A. 1

(2) Solummodo te Deum agnosco, sed meum dicere non praesumo. Urban. 4. T. 1, B. P.

Continuará....



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