VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

DE LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS


Abbé
Nicolas-Sylvestre Bergier

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Cardenales
Thomas Gousset y Antolín Monescillo

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DICCIONARIO DE TEOLOGÍA DEL ABATE BERGIER
AMPLIADO POR EL CARDENAL GOUSSET
y enriquecido bajo la dirección de
Monseñor Antolín Monescillo

De la futura conversión de los judíos. 

La última cuestión es saber si está predicho por los autores sagrados que todos los judíos deben convertirse al fin del mundo; esta es una opinión bastante común entre los comentadores modernos, y los judíos no han dejado de prevalerse de ella. Este sentir de los doctores cristianos, dicen, viene evidentemente de lo que han dicho que las antiguas profecías que anuncian, que cuando aparezca el Mesías se reunirán á él todos los judíos, no se han cumplido á la venida de Jesucristo; este es un subterfugio que han hallado para atacar las esperanzas de los judíos, y alejar las consecuencias que siguen evidentemente de estas mismas profecías. Amica collatio, P. 133.
Es cierto que S. Pablo, en la Epístola á los romanos, 11, 27 y sig., testifica que espera la conversión de los judíos; se funda en una predicción de Isaías, que anuncia que vendrá un Redentor para Sión y para los hijos de Jacob que abandonen sus prevaricaciones, LIX, 20. Estas últimas palabras ponen una restricción á la promesa de Dios; no se pueden extender à todos los judíos.
S. Pablo no da más extensión á su profecía.

1° Dice que si los judíos no perseveran en la incredulidad, serán restituidos á su antiguo trono, que Dios es bastante poderoso para de nuevo colocarlos en él; luego, cuando añade que será salvo todo Israel, se debe siempre entenderse si no perseveran en la incredulidad. 

2ºAdvierte á los gentiles que no se envanezcan por su vocación, sino que teman que si Dios ha reprobado una parte de los judíos á pesar de sus promesas, puede también dejar caer á los gentiles en la incredulidad, á pesar de su vocación; es pues condicional la conversión futura de los judíos, lo mismo que la perseverancia de los gentiles. 

3º S. Pablo funda su esperanza en que Dios nunca se arrepiente de sus dones, ni de su vocación; más cuando los hombres hacen inútiles sus dones con su resistencia é infidelidad, no se deduce que Dios se haya arrepentido. 

Parece, pues, que S. Pablo no habla de una conversión general de los judíos al fin del mundo, sino de una conversión sucesiva y muy lenta, como se ha visto por el resultado. 

El Apóstol escribía á los romanos hacia el año 58 de nuestra era, doce años antes de la ruina de Jerusalén; en efecto, en esta época se convertían un gran número de judíos.

En vano se quieren adaptar á una conversión general de los judíos para el fin del mundo otras profecías de Miquéas, Oséas, de Malaquias, que dicen lo mismo que la de Isaías; estas predicciones, que evidentemente miran á los judíos vueltos de Babilonia, no pueden aplicarse á un acontecimiento mas remoto, sino en un sentido figurado y alegórico, que no es una prueba fuerte. Este mismo método autoriza el aferramiento de los judíos, y hacerles esperar, bajo un futuro Mesias, un cumplimientio mas perfecto de las promesas de Dios, que el que tuvo entonces lugar.

Cuando se añaden las predicciones de una segunda venida del profeta Elías sobre la tierra, han olvidado que el mismo Jesucristo ha prevenido esta objeción. Cuando le dijeron sus discípulos que debía venir Elías sobre la tierra, respondió que esta predicción miraba á S. Juan Bautista. Mat., xi, 14; xvi, 10; Luc., 1, 17. 

Lo que se saca del Apocalipsis para ilustrar los acontecimientos que deben preceder al fin del mundo, lejos de disipar la oscuridad, no sirve más que para aumentarla.

Más, se dice, este ha sido el sentimiento de los PP. y de los intérpretes de la Sagrada Escritura; y en el cristianismo es una especie de tradición de la que no es lícito separarse. Pref. sobre Malaq., Biblia de Aviñon, t. xi, p. 776 y sig.; t. XVI, p. 748 y sig. Desgraciadamente no se han citado más que tres PP. de la Iglesia, y tres ó cuatro comentadores modernos; ¿basta esto para fundar una tradición? Sabemos demasiado el abuso que se ha hecho en nuestro siglo de esta pretendida tradición. 

Aun cuando fuese más clara y terminante la futura conversión de los judíos, no podrían aún los rabinos sacar de ella ninguna ventaja. Las profecías que prometían á los judíos su vuelta de Babilonia eran generales, absolutas, sin excepción ni limitación expresa; sin embargo, un grandísimo número no volvieron, porque no quisieron volver. Probaría más una promesa de la redención general de los judíos en tiempo del Mesías, que la de la vuelta general de los judíos después de la cautividad? 

Toda promesa de Dios supone que el hombre no pondrá voluntariamente obstáculo á su entero cumplimiento; esto es lo que hicieron los judíos à la vuelta de Babilonia y á la venida del Mesías; sería absurdo suponer que bajo el pretendido Mesías venidero ningún judío tuviese libertad para quedar como estaba; que los que estén establecidos en América abandonaran sus posesiones y su estado, para ir á reunirse al Mesías en la tierra prometida. 



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