VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN ANDRÉS, Apóstol


30 de noviembre del Año del Señor
SAN ANDRÉS,
Apóstol

Líbreme Dios de gloriarme,
sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
(Gálatas, 6,14).


San Andrés, pescador de Betsaida en Galilea, hermano de Simón Pedro y, primero, discípulo de San Bautista, fue, después de la Ascensión, a predicar el Evangelio en Tracia, en Escitia y, después, en Orecia. Fue apresado bajo Nerón, azotado varias veces y por fin, condenado a morir crucificado. Regaló sus vestiduras al verdugo y, en cuanto vio la cruz, la abrazó exclamando: «¡Oh buena cruz, cuánto tiempo hace que te deseo!» Desde lo alto de ella predicó durante dos días el Evangelio a la multitud que presenciaba su suplicio.

ORACIÓN

Oíd nuestras humildes plegarias y concedednos, Señor, que el Apóstol San Andrés, que instruyó y gobernó a vuestra Iglesia, interceda continuamente por nosotros ante el trono de vuestra divina Majestad. Por J. C. N. S. Amén.

MEDITACIÓN SOBRE LA CRUZ DE SAN ANDRÉS

I. San Andrés había deseado durante mucho tiempo la cruz, y había preparado su espíritu para recibirla. Imita esta santa previsión y prepárate para padecer valerosamente las más duras pruebas. Pide a Dios que te castigue según su beneplácito. Si te escucha, la cruz te será dulce; si no te escucha, no por eso quedarán sin recompensa tus buenos deseos. Di con San Andrés: Oh buena Cruz, oh Cruz por tanto tiempo deseada, sepárame de los hombres para devolverme a mi Maestro, a fin de que Aquél que me ha redimido por la cruz, me reciba por la cruz.

II. San Andrés se alegró a la vista de su cruz porque debía morir como su divino Maestro. Cuando veas tú que se te aproximan la cruz y los sufrimientos, que este pensamiento te fortifique. Jesús ha padecido todos estos tormentos y mucho más crueles aun, para endulzarme su amargura. En lugar de imitar a este santo Apóstol, ¿no tiemblas tú, acaso, a la vista de las cruces y de las aflicciones?

III. Considera que no es San Andrés quien lleva la cruz, sino la cruz la que lleva a San Andrés. Si llevas tú la cruz como él, ella te llevará, no te incomodará, te ayudará a evitar los peligros del mundo. Si no llevas tu cruz con alegría y buena voluntad, será preciso que la arrastres gimiendo. Nadie está exento de cruz en este mundo; siente menos su pesadez quien la lleva alegremente por amor a Dios. La cruz es un navío; nadie puede atravesar el mar del mundo si no es llevado por la cruz de Jesucristo. (San Agustín).

*Muy cierto, mis queridos hermanos. La sabiduría escondida de la cruz es lo más preciado que Dios nos ha dejado en este valle de lágrimas para obrar nuestra salvación con temor y temblor. (Filipenses 2,12). Hay muchos tibios hipócritas que se llenan la boca proclamando a los cuatro vientos lo buenos y fieles que son, pero que sin embargo se horrorizan y escandalizan ante la cruz, imaginándose con falsos escrúpulos que es una humillación intolerable para su buen nombre y su reputación, pero lo que esos vanidosos engreídos no ven es que Dios les envía la cruz precisamente para humillarles y hacerles pequeños e insignificantes. Por eso la cruz es motivo de discordia y escándalo para tantos infelices engañados, que se pasan la vida huyendo de ella, incapaces de humillarse y reconocerse como la miseria más repugnante que existe, y si Dios Uno y Trino no tuviera misericordia de nosotros, hace tiempo que estaríamos ya en el infierno. El misterio insondable de la cruz va a ser el instrumento con el que Dios juzgue y sentencie a este mundo arrogante e hipócrita, pues nadie que no haya llevado su propia carga digna y pacientemente hasta el final merecerá ser coronado en la otra vida, como así nos ha enseñado N.S.J.C. en el Evangelio. (Mateo 10,38). La senda estrecha y desconocida de la salvación pasa única y exclusivamente por abrazar la cruz y cargar con ella hasta la muerte, si Dios así nos lo pide, pues quien pierda su vida por amor a Cristo la encontrará, pero quienes se acomoden a la falsa filosofía de este mundo traidor y apóstata, deleitándose en sus vanidades y mentiras, perderán sus almas para la vida eterna. (Mateo 10,39). Que el Apóstol San Andrés nos alcance ese amor por la humillación y los sufrimientos que el Padre celestial tenga a bien enviarnos, para que seamos dignos imitadores de Su Divino Hijo Jesucristo y no tengamos nada que temer en el santo día de la cólera de Dios.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


30 de Noviembre del Año del Señor.
SAN ANDRÉS
Apóstol
n. en Betsaida;
† crucificado en Grecia

Patrono de pescadores; pescaderías; Grecia; mujeres solteras; mujeres que desean ser madre; vocalistas. Protector contra la gota y dolores de garganta.

Líbreme Dios de gloriarme, sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. (Gálatas 6, 14)

+ En Patras de Acaya, el triunfo de san Andrés Apóstol, que predicó el sagrado Evangelio de Cristo en Tracia y Escitia. Preso por el Procónsul Egea fue primero encerrado en una cárcel; luego, azotado cruelísimamente y, por último, clavado en una cruz, sobrevivió en ella dos días, enseñando al pueblo; y habiendo rogado al Señor no permitiese que le quitaran de ella, cercóle un gran resplandor del cielo, y al desaparecer poco después, entregó su espíritu.
+ En Roma, el martirio de los santos Cástulo y Euprepes.
+ En Constantinopla, santa Maura, Virgen y Mártir.
+ Igualmente santa Justina, Virgen y Mártir.
+ En Roma, san Constancio, Confesor, que, resistiendo varonilmente a los Pelagianos, sufrió de aquella secta muchas persecuciones, que le asociaron a los santos Confesores.
+ En Santonge de Francia, san Troyano, Obispo, varón de gran santidad, que, sepultado en la tierra, manifiesta con sus muchos milagros que vive en el cielo.
+ En Palestina, san Zósimo, Confesor, que en tiempo del Emperador Justino fue insigne en santidad y milagros.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.



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