VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

Instrucción espiritual sobre LOS ESCRÚPULOS (IV)


Dom Innocent Le Masson
General de la Orden de los Cartujos


Avis Spirituels et Méditations
(Extraída de la obra Avis Spirituels et Méditations, Tournai, 1911)
https://archive.org/details/avisspirituelset00lema



Si la razón estuviera bien resuelta, haría desaparecer inmediatamente el escrúpulo, o lo aniquilaría poco a poco en breve tiempo; pero como su irresolución proviene de la falta de luz y de las pocas fuerzas que tiene para hacerse dueña de la mente y del corazón, de esto se desprende, en primer lugar, que el gran remedio contra los escrúpulos consta sólo de dos puntos:

1° Alumbrar la razón mediante instrucciones y consejos que deben tomarse de personas prudentes, con conocimiento y experiencia.

2° Hacerse violencia para mortificar la mente y el corazón respecto de los escrúpulos, como se debe mortificarlos respecto de las otras pasiones, y seguir los consejos que se han recibido de personas sabias y experimentadas.

Pero, me diréis, ¿qué será de estos remordimientos de conciencia que tanto nos dicen que debemos escuchar y contra los cuales no debemos hacer nada que se les oponga?
Para responder fácilmente a esta objeción, es importante saber que existe en nosotros un cierto instinto, que el dedo de Dios ha grabado en el hombre, que le da horror por el mal del pecado y estima por el bien de la virtud 1. De ahí proviene que cuando se le acerca la ocasión del pecado, el hombre siente este movimiento instintivo que le advierte que no sucumba a él, y que le reprocha su pecado tan pronto como ha caído en él, y entonces se le llama comúnmente remordimiento; de ahí que también cuando haya hecho algún bien sienta un movimiento que le consuela. Pero como el pecado ha desregulado las potencias del hombre y como este movimiento instintivo se manifiesta en su parte inferior así como existe eminentemente en su razón, está sujeto al error no menos que sus pensamientos; también debe ser regulado y reducido por la recta razón como los otros movimientos: porque lo necesita; es por eso que primero debemos daros aquí las siguientes instrucciones.


Esto se debe a que no debemos seguir ciegamente todos nuestros remordimientos, sino sopesarlos en la balanza de la verdad y de la recta razón para reducirlos, o al menos actuar a pesar de la impresión sensible que todavía los sentimos, aunque el alma haya reconocido que no están bien fundamentados. Por tanto, quien dijera: como siempre tengo remordimientos de conciencia por tal o cual cosa, no debo hacerlo, se parecería a quien diría: siempre tengo miedo de los fantasmas cuando estoy en tal o cual habitación; por eso no quiero entrar allí. Por tanto, si quien teme a los fantasmas no vence su miedo, se volverá cada vez más débil y temeroso, hasta el punto de volverse ridículo e inexperto en muchas cosas; de la misma manera el alma que no vence este sentimiento de remordimiento, cuando sabe por consejo de los sabios que no está bien fundado, sino que es vano e inútil, se volverá débil e incapacitada para realizar un gran número de buenas obras.


Continuará...

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