Louis Veuillot
"No hemos de imaginarnos un hombre igual a los demás. Este no ha nacido para las obras comunes. En un cuerpo sujeto a las enfermedades y a la muerte, lleva, como nosotros, un espíritu expuesto al error, pero no vaciado en nuestros estrechos moldes y sometido a todas nuestras debilidades. Dios está ligado a él por un juramento eterno y le asiste especialmente. El es aquel de quien el Señor dijo: Yo estoy contigo. Aquí la carne envuelve un espíritu cuya doctrina es inmortal. Es Pedro, que ya no muere, sentado en su trono, que ya no tambalea. El es el representante de Dios, que por una providencia especial suya Dios ha colocado en Roma, y su historia es divina por títulos especialisimos. Débil, difamado, burlado, crucificado como hombre de dolor, invencible como el Hombre Dios, víctima también en su Calvario, continúa la obra del Calvario, obra incomparable, proseguida y engrandecida durante diez y ocho siglos ante los hombres prosternados ante el milagro o estupefactos y furiosos ante el problema. El enseña, expía, redime, muere, reina. Lleva un nombre incomunicable; es el Papa, es el Padre. En todas las lenguas, incluso en las rebeldes, se le llama así y a nadie más se aplica este nombre. Su realeza paternal, la más antigua del mundo, es, al mismo tiempo, discu- tida y la de un porvenir más asegurado. En este punto, el profundo sentimiento de los más inteligentes de sus enemigos está de acuerdo con la más firme creencia de sus fieles."
De Semeine Religiense de Namur
Repertorio Universal del Predicador
Tomo XVIII
Tomo XVIII
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