5 de septiembre del Año del Señor
SAN LORENZO JUSTINIANO
Obispo y Confesor
No es el discípulo superior al maestro; pero todo
discípulo será perfecto, si es semejante a su maestro.
(Lucas, 6, 40).
Colocado entre las comodidades de una posición brillante y las austeridades del claustro, Lorenzo se volvió hacia Jesús crucificado. Señor, le dijo, Vos sois mi esperanza; en Vos se encuentra mi refugio seguro; y entró en la congregación de los Canónigos regulares de San Jorge, en Alga. Elevado a la sede patriarcal de Venecia, continuó llevando una vida sencilla y mortificada, privándose hasta de lo necesario para socorrer a los pobres. Éstos son, decía, los porteros del cielo, hay que ganarlos con dinero. Se acostaba sobre paja y, en su última enfermedad, rehusó el lecho que se le había preparado, diciendo que su divino Maestro había muerto en una cruz. Expiró en el año 1455, a la edad de 75 años.
ORACIÓN
Dios omnipotente, os suplicamos, que la augusta solemnidad del bienaventurado Lorenzo, vuestro confesor pontífice, acreciente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C .N. S. Amén.
MEDITACIÓN - EL CRISTIANO
DEBE SER DISCÍPULO DE CRISTO
I. Jesucristo ha venido del cielo a la tierra para enseñamos una doctrina totalmente divina; debemos poseerla perfectamente. Nada más verdadero que esta doctrina, nada más hermoso, nada más necesario para el hombre. ¿Por qué, pues. la menospreciamos, para abrevarnos en las cisternas fangosas de Egipto?
II. La ciencia del cristiano no es una ciencia puramente especulativa; la doctrina que nuestro divino Maestro nos ha enseñado, no basta que la admiremos, hay que llevarla a la práctica. Para entenderla bien, es preciso imitar a Jesucristo, nuestro Maestro, porque su doctrina no es otra cosa sino el resumen de sus actos. Oh mi divino Maestro, enseñadme a amaros y a imitaros. La religión cristiana consiste en imitar lo que honramos. (San Agustín).
III. La vida del Salvador ha sido una enseñanza continua. En el pesebre, nos predica la pobreza; en la montaña, nos enseña la humildad; desde lo alto de la cruz, el amor a los sufrimientos. Retiene bien estas tres grandes lecciones y, sobre todo, llévalas a la práctica. Si nadie te crucifica, tú mismo crucifícate mediante una continua mortificación. (San Crisólogo).
*Así es, mis queridos hermanos. Somos unos cristianos tibios y flojos, unos afeminados del espíritu que vamos buscando consolaciones y gozos como los niños pequeños, pero que huimos horrorizados ante la Cruz y el sufrimiento, demostrando así lo poco que amamos a Jesús, pues quien no coge su cruz y sigue al Divino Maestro, no es digno de ser su discípulo. Muchos se llenan la boca diciendo que son cristianos, pero sólo buscan su propio interés egoísta, sin pensar en los intereses de Dios, que nos pide atraer las almas a Él mediante nuestra propia conducta ejemplar y la reforma de nuestro hombre viejo, habituado al pecado y las banalidades mundanas. La vida gloriosa de San Lorenzo Justiniano y de millares de Santos y Mártires nos enseña que debemos amar justo lo contrario que el mundo desprecia, como son las humillaciones, la pobreza y el pasar desapercibidos por este triste lugar de destierro, pues Cristo amó esas mismas cosas. De igual manera, debemos rechazar aquello que los mundanos juzgan como bueno, como son los honores fugaces, los envenenados placeres de la carne y los caducos bienes materiales, pues todo eso es lo que da la muerte a las almas y les cierra el camino al Cielo, ya que les hace perder el sentido sobrenatural y las mantiene encadenadas a lo puramente material y sensual, sin posibilidad de que puedan elevarse hasta la contemplación de Dios al estar engolfadas en los asuntos y preocupaciones mundanales. Cojamos un crucifijo y un cráneo humano, para que aprendamos en qué viene a acabar esta vida transitoria que nos ha sido dada para que busquemos a Dios por la Fe y nos aseguremos un lugar en las moradas eternas mediante las buenas obras. Que San Lorenzo Justiniano interceda por nosotros y nos haga muy humildes y mortificados, para que Jesús nos reconozca como a Sus discípulos en la hora decisiva del Juicio.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
SAN LORENZO
JUSTINIANO,
Obispo y Confesor
n. 1381 en Venecia, Italia;
† 8 de enero de 1455 en Venecia, Italia
† 8 de enero de 1455 en Venecia, Italia
No es el discípulo superior al maestro; pero todo discípulo será perfecto, si es semejante a su maestro. (Lucas 6, 40)
+ San Lorenzo Justiniano, Primer Patriarca de Venecia y Confesor, que en este día, a pesar suyo, fue elevado a la Cátedra pontifical, y durmió en el Señor el día 8 de Enero.
+ En un arrabal de Roma, san Victorino, Obispo y Mártir, que, esclarecido en santidad y milagros, fue elegido, por los votos de todo el pueblo, Obispo de Amiterno. Después, en tiempo de Nerva Trajano, desterrado, con otros siervos del Señor, a Contillano, y por sentencia del Juez Aureliano, suspendido cabeza abajo en los pozos de aguas pestilentes y sulforosas que allí manan, y habiendo sufrido tres días por el nombre de Cristo este suplicio, al fin, gloriosamente coronado, subió vencedor al cielo. Su cuerpo lo recogieron furtivamente los Cristianos y le dieron honorífica sepultura en Amiterno de los Vestinos.
+ En Constantinopla, los santos Mártires Urbano, Teodoro, Menedemo y setenta y siete Compañeros eclesiásticos, los cuales, por orden del Emperador Valente, en odio a la fe católica, puestos en un bajel, fueron quemados en alta mar.
+ En el Puerto Romano, el suplicio de san Herculano, soldado, el cual, imperando Galo, fue por la fe de Cristo azotado con nervios y descapitado.
+ En Capua, los santos Mártires Quicio, Arconcio y Donato.
+ El mismo día, san Rómulo, que siendo Prefecto del palacio de Trajano y detestando la crueldad de este Emperador contra los Cristianos, fue azotado con varas y degollado.
+ En Melitina de Armenia, el triunfo de los santos soldados Eudosio, Zenón, Macario y otros mil ciento cuatro Compañeros, los cuales, en la persecución de Diocleciano, arrojando el cinto militar, fueron por confesar a Cristo martirizados.
+ En una aldea de Therouanne en el monasterio de Setien, en Francia, san Bertín, Abad.
+ En Toledo de España, santa Obdulia, Virgen.
+ En un arrabal de Roma, san Victorino, Obispo y Mártir, que, esclarecido en santidad y milagros, fue elegido, por los votos de todo el pueblo, Obispo de Amiterno. Después, en tiempo de Nerva Trajano, desterrado, con otros siervos del Señor, a Contillano, y por sentencia del Juez Aureliano, suspendido cabeza abajo en los pozos de aguas pestilentes y sulforosas que allí manan, y habiendo sufrido tres días por el nombre de Cristo este suplicio, al fin, gloriosamente coronado, subió vencedor al cielo. Su cuerpo lo recogieron furtivamente los Cristianos y le dieron honorífica sepultura en Amiterno de los Vestinos.
+ En Constantinopla, los santos Mártires Urbano, Teodoro, Menedemo y setenta y siete Compañeros eclesiásticos, los cuales, por orden del Emperador Valente, en odio a la fe católica, puestos en un bajel, fueron quemados en alta mar.
+ En el Puerto Romano, el suplicio de san Herculano, soldado, el cual, imperando Galo, fue por la fe de Cristo azotado con nervios y descapitado.
+ En Capua, los santos Mártires Quicio, Arconcio y Donato.
+ El mismo día, san Rómulo, que siendo Prefecto del palacio de Trajano y detestando la crueldad de este Emperador contra los Cristianos, fue azotado con varas y degollado.
+ En Melitina de Armenia, el triunfo de los santos soldados Eudosio, Zenón, Macario y otros mil ciento cuatro Compañeros, los cuales, en la persecución de Diocleciano, arrojando el cinto militar, fueron por confesar a Cristo martirizados.
+ En una aldea de Therouanne en el monasterio de Setien, en Francia, san Bertín, Abad.
+ En Toledo de España, santa Obdulia, Virgen.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.