Los Obispos (Verdaderos) son también jueces, que juzgan en las cuestiones de fer; pero el Papa es el juez supremo; ni vale la sentencia de aquellos sin la confirmación de este; y si algunos de aquellos se apartan de la verdad, a este toca volverlos a buen camino, según lo que a san Pedro dijo Jesucristo, como poco ha te dije. Ya ves, pues, hijo mío, la necesidad que hay de un Papa, para que subsista la Iglesia católica.
VENÉRALO, OBEDÉCELE, Y NUNCA ESCUCHES Á LOS QUE HABLAN MAL DEL PAPA Y DE LA IGLESIA DE ROMA: POR MÁS RELIGIÓN Y CELO QUE APARENTEN LOS QUE ASÍ HABLAN, SIEMPRE SON ANTICATÓLICOS: HUYE DE ELLOS POR DIOS.
Catecismo San Antonio Claret.
Undécima edición
Barcelona 1856
Página 152
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