29 de agosto del Año del Señor
LA DEGOLLACIÓN DE
SAN JUAN BAUTISTA
SAN JUAN BAUTISTA
Herodes, enviando un alabardero, ordenó traer
la cabeza de Juan en una bandeja.
(Marcos, 6, 27).
San Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR
DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD
y DE LA VERDAD
I. San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo más grande es vivir en la castidad que morir por ella. (Tertuliano).
II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.
III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos. (San Agustín).
*En efecto, queridos hermanos. Hoy son muchos los tibios y cobardes que callan cual perros mudos y toleran la existencia de la inmunda Ramera de Babilonia la Grande, secta diabólica fundada por el Anticristo Montini-Pablo 6 el 8 de diciembre de 1965, la cual ha eclipsado a Nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Apostólica y Romana, y se hace pasar por Ella a ojos del mundo entero. Son legión los pusilánimes que callan y permiten que el infame hereje apóstata de Bergoglio-Francisco engañe a miles de millones de pobres ciegos al hacerse pasar por "papa", cuando en realidad no es más que un laico disfrazado excomulgado por adhesión a una secta herética y apóstata. El falso respeto humano y la tibieza más complaciente y vil lo han corrompido todo, pues los pocos que saben que ese blasfemo sucesor del Anticristo no es ni siquiera Clérigo se callan por miedo a perder sus beneficios y falsas dignidades, dado que aman más alimentar su vientre que complacer a Dios y hacer Su Voluntad. Por eso las sectas cismáticas tradicionalistas y sedevacantistas engañan también a tantos infelices, pues los perversos hipócritas que dirigen esas falsas capillas -infames centros de sacrilegio y profanación- les anestesian la cabeza vendiéndoles sus retorcidas fábulas de la Anomia, que no son sino excusas satánicas para desobedecer al último Vicario de Cristo, S.S. Pío XII, usurpando una misión y una jurisdicción que no poseen y que jamás recibieron del Papa. De lo que se deduce que, finalmente, somos muy pocos los que, Dios mediante, hemos podido ver y comprender la enorme y siniestra impostura que tiene esclavizado al orbe entero, eligiendo salir a toda prisa de la Ramera y de sus tentáculos tradicionalistas-sedevacantistas, pues sabemos que Dios tiene sentenciada a esa inmunda prostituta adúltera que se ha embriagado con sus fornicaciones, que son las múltiples y repetidas apostasías en las que esa abominación ha incurrido desde su funesto alumbramiento en la clausura del conciliábulo Vaticano 2. Nuestro deber consiste, pues, en imitar al Bautista, clamando y denunciando a la furcia del Anticristo y a sus secuaces, hasta que vuelva Dios Nuestro Señor con sus ejércitos celestiales para abrasarla a ella y a quienes se prostituyeron con ella, cuyo número es tan grande que espanta el solo pensarlo. Que San Juan Bautista nos obtenga el mismo santo celo por la Casa de Dios que le consumía a él y a todos los justos (Salmo 68,10), para que tengamos el valor de gritar y denunciar a quienes se burlan de la verdadera Fe y sólo buscan el abrazo y la pleitesía del mundo pagano e incrédulo. En nuestro tiempo de la gran tribulación, el Herodes contra quien debemos clamar y a quien hay que reprender son Bergoglio y su secta del demonio, que han perdido ya a innumerables almas y conducen al mundo entero al espantoso infierno eterno, siendo nuestro deber y obligación urgente el exhortar a todos los escogidos de Dios Uno y Trino a salir de esa abominable anomalía antes de que sea demasiado tarde.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
29 de Agosto del Año del Señor.
LA DEGOLLACION
DE SAN JUAN BAUTISTA
Herodes, enviando un alabardero, ordenó traer la cabeza de Juan en una bandeja. (Marcos 6, 27)
+ La Degollación de San Juan Bautista, a quien Herodes, cerca de la fiesta de Pascua, mandó cortar la cabeza; pero la memoria de este martirio se celebra solemnemente el día de hoy, cuando por segunda vez fue hallada la sagrada cabeza, la cual, trasladada más tarde a Roma, se conserva en la Iglesia de san Silvestre, en el campo Marcio con suma devoción del pueblo.
+ En Roma, en el monte Aventino, el triunfo de santa Sabina, Mártir, la cual, en tiempo del Emperador Adriano, pasada a cuchillo, alcanzó la palma del martirio.
+ En Veliniano, en los confines de la Pulla, el triunfo de los santos Vidal, Sator y Repósito, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, los cuales, en el imperio de Maximiano, por el Juez Valeriano fueron degollados. Su fiesta, y de los otros nueve hermanos suyos, se celebra el 1 de Septiembre.
+ En Roma, santa Cándida, Virgen y Mártir, cuyo cuerpo trasladó san Pascual I, Papa, a la Iglesia de santa Práxedes.
+ En Constantinopla, los santos Mártires Ipacio, Obispo de Asia, y Andrés, Presbítero; a los cuales, en tiempo de León Isáurico, por defender el culto de las sagradas Imágenes, untaron con pez la barba y les pegaron fuego; luego les desollaron la cabeza y los degollaron.
+ En Antioquía, el triunfo de los santos Mártires Niceas y Pablo.
+ En Metz de Francia, san Adelfo, Obispo y Confesor.
+ En París, el tránsito de san Mederico, Presbítero.
+ En Perusa, san Eutimio, Romano; el cuál, huyendo con su mujer y su hijo Crescendo, de la persecución de Diocleciano, se retiró a aquella ciudad y en ella poco después descansó en el Señor.
+ En Inglaterra, san Sebbo, Rey.
+ En Sirmio, el tránsito de santa Basila, Virgen.
+ En una aldea de Troyes, santa Sabina, Virgen, gloriosa en virtudes y milagros.
+ En Roma, en el monte Aventino, el triunfo de santa Sabina, Mártir, la cual, en tiempo del Emperador Adriano, pasada a cuchillo, alcanzó la palma del martirio.
+ En Veliniano, en los confines de la Pulla, el triunfo de los santos Vidal, Sator y Repósito, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, los cuales, en el imperio de Maximiano, por el Juez Valeriano fueron degollados. Su fiesta, y de los otros nueve hermanos suyos, se celebra el 1 de Septiembre.
+ En Roma, santa Cándida, Virgen y Mártir, cuyo cuerpo trasladó san Pascual I, Papa, a la Iglesia de santa Práxedes.
+ En Constantinopla, los santos Mártires Ipacio, Obispo de Asia, y Andrés, Presbítero; a los cuales, en tiempo de León Isáurico, por defender el culto de las sagradas Imágenes, untaron con pez la barba y les pegaron fuego; luego les desollaron la cabeza y los degollaron.
+ En Antioquía, el triunfo de los santos Mártires Niceas y Pablo.
+ En Metz de Francia, san Adelfo, Obispo y Confesor.
+ En París, el tránsito de san Mederico, Presbítero.
+ En Perusa, san Eutimio, Romano; el cuál, huyendo con su mujer y su hijo Crescendo, de la persecución de Diocleciano, se retiró a aquella ciudad y en ella poco después descansó en el Señor.
+ En Inglaterra, san Sebbo, Rey.
+ En Sirmio, el tránsito de santa Basila, Virgen.
+ En una aldea de Troyes, santa Sabina, Virgen, gloriosa en virtudes y milagros.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.