Advertencia contra la mujer adúltera (anticipo de la Gran Ramera de Babilonia o secta conciliar)
Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, inclina tu oído a mi enseñanza, para que guardes los consejos y tus labios conserven la instrucción. Pues los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más suave que el aceite; pero su fin es amargo como el ajenjo, cortante como espada de dos filos. Sus pies se encaminan hacia la muerte, sus pasos llevan al scheol. No anda por la senda de la vida, va errando por caminos sin saber adónde. Pues bien, escuchadme, hijos, y no os apartéis de las palabras de mi boca; desvía de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa. No sacrifiques tu honor a gente extraña ni tus años a un tirano, no sea que extraños se harten de tus bienes, y tus fatigas beneficien a casas ajenas, y al fin tengas que gemir, después de consumir tu carne, y hayas de exclamar: “¡Cómo he podido aborrecer la instrucción, y rehusar en mi corazón la corrección! Desoí la voz de los que me adoctrinaban y no quise oír a mis maestros. Casi he llegado al colmo de los males, en medio del pueblo y de la asamblea.” Bebe el agua de tu aljibe y los raudales que manan de tu pozo. ¿Por qué derramar fuera tus fuentes, por las plazas las corrientes de tu agua? ¡Sean para ti solo, y no para los extraños a tu lado! ¡Sea tu fuente bendita, y alégrate con la esposa de tu mocedad! ¡Sea ella la gacela de tu amor, una cierva graciosa, embriáguenle sus pechos perpetuamente, y su amor te encante en todo tiempo! ¿Por qué, hijo mío, dejarte embaucar por la mujer extraña y abrazar el seno de la ajena? Pues ante Yahvé están los caminos del hombre. Él mira todos sus pasos. El hombre malo será presa de sus propias iniquidades, y quedará enredado en los lazos de su pecado. Perecerá por falta de disciplina, y andará perdido a causa de su gran necedad.
Proverbios de Salomón, Capítulo 5.