VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EL ESPEJO DE LA CRUZ (XXIV)


CAPITULO 19 - Sobre las burlas y escarnios de Cristo.


En sexto lugar debemos considerar y meditar las burlas y los escarnios que le fueron hechos a Cristo. Y debemos saber que fue escarnecido cuatro veces durante la pasión. Primero en casa del pontífice Caifás, donde le fueron vendados los ojos y fue golpeado en la cara, y le dieron bofetadas, y lo escupieron en el rostro, y fue golpeado con la caña, diciendo: “¡Profetiza! ¿Quién es el que te ha golpeado?”. Esta burla la quiso soportar Cristo para satisfacer por el pecado de los primeros padres, quienes por apetito de soberbia quisieron ser similares a Dios. Cristo aceptó este desprecio de que le fueran velados los ojos, y ser escupido en la cara, como desprecio y abyección. Por eso dice en el Salmo: “Fui hecho oprobio de los hombres y desprecio del pueblo”. Contra la desordenada mirada de la mujer, que miró el árbol prohibido y le pareció un fruto hermoso, Cristo quiso tener los ojos vendados para satisfacer aquella vana mirada. Y porque ella después lo tomó, y lo comió, Cristo quiso ser golpeado en las mejillas para satisfacer la masticación, y en la garganta por la deglución.


Fue golpeado en la cabeza como soberbio, y en la cara como gran malhechor, en el cuello como loco y necio. Cristo fue golpeado por el hombre con la caña, la cual significa la vanidad del mundo: porque por fuera es brillante, y vacía por dentro. Y según la justicia de Dios, el hombre debe ser golpeado con aquella misma cosa que ama.


La segunda vez fue engañado y escarnecido por Herodes. Por eso dice el Evangelio que habiéndole hecho Herodes muchas preguntas a Cristo, y habiendo callado Cristo, le hizo burlas y lo consideró loco, y para mofarse de Él lo vistió con una túnica blanca y lo devolvió a Pilatos. Quien bien considerase esto, no andaría buscando tanto las cortes de los prelados, ni de los gobernantes, en las cuales Cristo fue escarnecido. Y esta burla la soportó Cristo para satisfacer y castigar en sí mismo la culpa de nuestra hipocresía, la cual está significada por la vestimenta de color blanco. Por eso Cristo dijo a los Fariseos: “¡Ay de vosotros, Fariseos hipócritas, que sois semejantes a sepulcros blanqueados, y dentro estáis llenos de podredumbre!”. Por eso, porque nuestra vida quiere aparentar por fuera, y tener aspecto de blancura y pureza, Cristo quiso ser escarnecido con vestimenta blanca y considerado pecador.


La tercera vez fue escarnecido por Pilato, cuando lo hizo vestir con una vestimenta roja, o bien púrpura, como dice san Marcos; y lo puso en manos de soldados y esbirros, los cuales le pusieron en la mano la caña, como si fuera el cetro real, y le clavaron la corona de espinas hasta el cerebro, y lo adoraban por burla diciendo: “¡Dios te salve, Rey de los Judíos!”, y lo golpeaban con la caña. Y Cristo quiso soportar esta burla para satisfacer nuestra soberbia y ambición, por la cual nos inclinamos a buscar mando y ser cubiertos de honores, condecorados, coronados, y tener el bastón de mando y, en general por los pecados que se cometen por deseo de honores y alabanzas.





Si pensáramos en esto, huiríamos siempre de los honores, y de las ornadas vestimentas de púrpura y de telas coloreadas. Porque, como dice san Bernardo: “Después de que Cristo fue escarnecido en púrpura, toda púrpura se convierte en vergüenza”. Y san Gregorio dice que, si no fuese culpa el demasiado y delicado bien vestir, Cristo no hubiera alabado a san Juan Bautista por su áspera vestimenta. Y el rico condenado no habría sido descripto en el Evangelio vestido de púrpura y lino finísimo. Y como dice Cristo: “Aquellos que están así vestidos con telas nobles y finas, están en las cortes de los Reyes”, y son hombres cortesanos.


Pero hoy no tienen lugar las enseñanzas de Cristo, ni de los santos: ya que dicen los siervos de Dios que la tela buena dura más, y por eso utilizan telas buenas para confeccionar sus vestimentas. Pero debemos pensar que Cristo y los santos, que anduvieron vilmente vestidos, conocieron esta mercancía. Si al menos confesaran la verdad y dijeran que lo hacen por vanagloria; ya que nadie busca estar vestido delicadamente, sino cuando anda entre la gente; y cuando está solo, poco se preocupa de ello.


Y san Pedro, hablando del adorno de las mujeres, dice que no se vistan con vestidos preciosos. Y sobre estas palabras dice san Bernardo: “Si el apóstol da una ley y prohíbe a las mujeres jóvenes y casadas que vistan vestimentas preciosas, ¿cómo puede ser lícito a los clérigos y religiosos? Es un gran abuso que el caballero y el monje se vistan de la misma manera”. Por lo tanto, quien se viste de púrpura y con telas blancas y muy delicadas, parece que representa el disfraz que le pusieron a Cristo, y que se burlara de Él. Y dice san Cipriano: “Quien está vestido de púrpura o lino finísimo, no se puede vestir de Cristo; y los que se adornan con piedras preciosas, perlas y otras joyas han perdido el adorno dentro del alma”. Por lo tanto, dejemos las pompas, los honores y los adornos, y sigamos a Cristo soportando vergüenzas, para que seamos dignos de ser contados entre aquellos perfectos Apóstoles, de quienes se lee que “partieron alegres después que los sacerdotes y los fariseos los habían hecho azotar públicamente, y les hicieron pasar vergüenza”.


La cuarta vez que fue escarnecido, fue en la cruz, cuando lo despojaron y quedó desnudo para mayor vergüenza. Y como dice san Mateo: los sacerdotes y los fariseos meneaban la cabeza y se burlaban de Él que estaba en la cruz, y lo señalaban con el dedo, y lo insultaban diciendo: “Ese es el que debía deshacer el templo y en tres días rehacerlo, y dice que es el Hijo de Dios. Entonces que descienda de la cruz, y le creeremos”. Y cuando Cristo gritó: “Elí, Elí”, en lengua hebrea, gritaba al Padre diciendo: “¿por qué me has abandonado?”, los soldados de Pilato y las otras personas que no comprendían la palabra, se burlaron diciendo: “A Elías llama este; veamos ahora si Elías viene a liberarlo de la cruz”.


Cristo quiso soportar estos disfraces burlescos para satisfacer nuestra impaciencia en las adversidades. Por eso Cristo en la cruz, no tuvo ni encontró quién le mostrase compasión en sus penas, sino sólo quienes se burlaban de Él. Y cómo sea de grande el sufrimiento por ser escarnecido en tiempo de adversidad, no lo sabe sino quien lo experimenta. Porque así como la compasión alivia la pena, del mismo modo la burla la duplica. Y por eso Cristo se lamentaba en el Salmo, diciéndole a Dios Padre contra los Judíos: “Oh Señor Dios, he buscado a quien me tuviera compasión, y no lo he encontrado”; antes bien me han agregado dolor sobre dolor burlándose de mí. Si bien muchas otras veces durante su vida Cristo fue escarnecido y considerado loco, como ya en alguna parte hemos dicho, fue especialmente escarnecido estas cuatro veces en la cruz.

Continuará...



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