VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN GIL, Abad



1 de septiembre del Año del Señor
SAN GIL,
Abad

Quien se ensalza será humillado
y quien se humilla será ensalzado.
(Lucas, 14, 11).

San Gil abandonó Grecia, su patria, para sustraerse a los honores que le atraían sus virtudes y sus milagros, y fue a la Provenza a pedir un asilo a su humildad. Perseguido, allí también, por la veneración de los pueblos, resolvió retirarse a un desierto. "Puesto que los hombres se obstinan, dijo, en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras". Encontró en una roca una cierva que le proporcionó leche. Habiéndolo herido los cazadores del rey por tirar sus flechas sobre ella, no dejó el santo le pusieran nada sobre su llaga a fin de sufrir y merecer más. El rey le hizo edificar un monasterio donde murió santamente en el año 712.


ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, Señor. que la intercesión del santo abad Gil nos torne agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO
DE LA PROPIA NADA

I. Considera que por ti mismo nada eres, y que todavía estarías sepultado en la nada, si Dios, por un puro efecto de bondad, no te hubiera llamado a la existencia. Considera, en segundo lugar, que tus pecados han merecido el infierno, y ya estarías en él, si Dios no hubiera tenido misericordia de ti. ¿Por que, pues, te quejas, si se te niegan los honores que ambicionas? Se te hace justicia tratándote de este modo. ¡Oh hombre! conoce tu nada y tu malicia. El más hermoso y el más útil de todos los conocimientos es el de sí mismo; por él se llega al conocimiento de Dios. (San Clemente de Alejandría).

II. De estos dos principios, que son la base de la verdadera humildad, hay que extraer dos conclusiones: la primera, que debes recibir con alegría todas las humillaciones que te acaezcan, porque no se te podría estimar menos, ni tú colocarte más bajo de lo que mereces; la segunda. que debes tener horror por los honores que se te tributen, porque sabes que no eres digno de ellos. Este pensamiento debe llevarte a evitar todas las ocasiones en las que preveas que se te honrará: debe moverte a cerrar los ojos sobre tus virtudes y tus méritos, para no considerar sino tu nada y tus pecados. Los santos ignoran las virtudes de que dan ejemplo. (San Gregorio).

III. En fin, cuando así te humillares no te imagines que has hecho gran cosa. Digas lo que digas para humillarte, nunca dirás más que la verdad; y todavía no la dirás enteramente. Hagas lo que hagas no harás más que tu deber y siempre serás un servidor inútil.

*Muy cierto, mis queridos hermanos y hermanas. Vemos así cuán ciegos están los pobres mundanos, que se afanan por mendigar el reconocimiento y la estima de otros ciegos como ellos, sin saber que la vana gloria de este mundo no vale absolutamente nada para Dios, que es el único que es digno de toda gloria, honor, alabanza y majestad. El mundo entero y quienes siguen sus falsas máximas caminan por la pendiente ancha y espaciosa que conduce a la muerte eterna, aunque vayan felices y engañados, pues se han obstinado en rechazar a Dios y en negarle la gloria que sólo Él merece, de ahí que sean objeto de la ira y la reprobación del Altísimo, que les abandona a las más infames pasiones y desórdenes, con los que manchan sus almas y quedan esclavizados por el pecado, de tal suerte que, cuando quieren despertar del absurdo sueño en el que viven, suele ser ya demasiado tarde y no pueden separarse de las idolatrías que contrajeron con tantos pecados, llegando a morir en sus propias transgresiones contra Dios, y siendo después condenados al suplicio eterno, del cual jamás se sale. Hermanos míos, no hagamos como la mayoría, no sigamos la voz engañosa del mundo, que es la inmunda voz del príncipe de las tinieblas, sino que oigamos únicamente la voz del Buen Pastor y de Sus Vicarios en la tierra, que nos muestran dónde se encuentra la senda angosta y desconocida de la salvación, la cual debemos seguir a pies juntillas sin desviarnos ni a izquierda ni a derecha, pues sólo al que persevere hasta el final en medio de esta espantosa gran tribulación desoladora se le ha prometido la preciada y preciosa salvación eterna, la cual debemos arrebatar con santa violencia cueste lo que nos cueste, estimados míos. Que San Gil nos haga ver la nula importancia de los vanos asuntos mundanos, para que se despierte en nosotros ese ansia verdadera por los bienes eternos que nos haga despreciarnos a nosotros mismos y nos mueva a buscar únicamente agradar a Jesús.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


1 de Septiembre del Año del Señor.
SAN GIL,
Abad
n. Atenas, Grecia;
† 712 en Francia

Patrono de los mendigos; pobres; herreros; inválidos; discapacitados; epilépticos; ermitaños; leprosos; personas con problemas mentales; enfermos de cáncer; bosques. Protector contra la epilepsia; miedo a la noche; lepra; demencia; esterilidad, contra la fiebres malignas.

Quien se ensalza será humillado y quien se humilla será ensalzado. (Lucas 14, 11)

+ En la provincia de Narbona, san Egidio (san Gil), Abad y Confesor, cuyo nombre tomó el pueblo que después se formó en el lugar donde él había levantado un monasterio y acabado el curso de su vida mortal.
+ En Sentiano, en los confines de la Pulla, el suplicio de los santos Donato y Félix, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, los cuales, imperando Maximiano, de orden del Juez Valeriano, después de otros tormentos, fueron degollados en este día; en el cual se celebra también la fiesta de los otros diez hermanos suyos, cuyo martirio se conmemora en sus días respectivos. Los cuerpos de estos doce hermanos fueron más tarde trasladados a Benevento y allí se guardan honoríficamente.
+ En Palestina, los santos Josué y Gedeón.
+ En Jerusalén, santa Ana, Profetisa, cuya santidad consta del Evangelio.
+ En Capua, en la vía Acuaria, san Prisco, Mártir, que en tiempo del Emperador Adriano, por orden del Procónsul Leciano, atormentado con el ecúleo y los escorpiones, al fin, cortada la lengua y condenado a muerte, completó el martirio.
+ En Heraclea de Tracia, san Anmón, Diácono, y cuarenta santas Vírgenes que él instruyó en la fe, y en tiempo del tirano Licinio condujo consigo a la gloria del martirio.
+ En España, los santos Mártires Vicente y Leto.
+ En Populonia de Toscana (hoy Piombino), san Régulo, Mártir, que venido de África consumó allí el martirio, reinando Totila.
+ En Capua, san Prisco, Obispo, que fue uno de aquellos Sacerdotes que en la persecución de los Vándalos, diversamente atormentados por la fe católica, y metidos en una nave vieja, aportaron desde África a las riberas de Campania, y esparciéndose por aquel país, y puestos al frente de varias Iglesias, propagaron maravillosamente la religión Cristiana. Sus Compañeros se llamaban Castrense, cuyo tránsito se celebra el día 11 de Febrero; Támmaro, Rosio, Heraclio, Secundino, Adyutor, Marcos, Augusto, Elpidio, Canión y Vindonio.
+ En Sens, san Lupo, Obispo y Confesor, del cual se refiere que, estando en el altar rodeado de su Clero, le cayó del cielo en el santo cáliz una piedra preciosa.
+ En Reims de Francia, san Sixto, que fue el primer Obispo de aquella ciudad.
+ En Mans de Francia, san Victorio, Obispo.
+ En Aquino, san Constancio, Obispo, esclarecido con el don de profecía y muchos milagros.
+ En Aguas Duras, territorio de Constancia en Germania, santa Verena, Virgen.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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