La persecución de los Jesuitas fue efecto del odio de los filósofos y Jansenistas, prueba de ello es el ascendiente que los jansenistas tomaron con su extinción en el año 1773.
CONSPIRA CONTRA EL PODER PONTIFICIO Y JURA SU RUINA.
Pero no sólo no desapareció de Francia el Jansenismo por aquel tiempo, sino que apareció en otra muchas partes, o se presentó, por mejo decir, descaradamente, saliendo de las tinieblas en que antes habitaba. "En la época precisa de la extinción de los Jesuitas, dice Proyart, el Jansenismo levanta cabeza altanera en Italia, en Toscana, en Milán, en Nápoles y en Portugal, etc, y aun en medio de Roma; y cansado de llamarse fantasma, se incorpora como el Filosofismo, formando con él una sola potencia, que conspira furiosamente contra el poder Pontificio, y jura su ruina, (Obr. cit. pág. 425).
Lo mismo sucedió respecto del Filosofismo, Antes de la destrucción de los Jesuitas, París era el único foco de actividad de las maniobras filosóficas en todo el imperio Católico; pero después, y apenas se dió este golpe, parecía que volcanes de impiedad hacían erupción por los diferentes Estados, saliendo del sepulcro de estos religiosos, y lanzando sobre todo sus lavas impuras contra la Silla de Roma. Entonces se renuevan las antiguas pretensiones, y las empresas combinadas contra el sucesor de Pedro." (Proyart. Obr. cit, pág. 224).
Desde entonces, en efecto, se dió conocer el famoso Pereira con sus tentativas, que no todas eran teológicas, y otros varios portugueses, devotos de los apelantes de Francia. Entonces aparecieron también tantos Ministros filósofos, protectores o juguetes de los Jansenistas, sin amar acaso la austeridad que predicaba su teología; cosa que los incomodaba muy poco, cuando en realidad no hallaban mejores operarios que estos novadores para avasallar la autoridad de la Iglesia: Dum castella defenditis, arcem proditis. Es notable lo dice sobre este asunto el autor filósofo de las Memorias sobre Pío VI y su Pontificado: Tanucci afecto procurar algunos triunfos á ese Jansenismo quimérico, que tanto excitaba los escrúpulos del Papa...
Apud Proyart, obr. cit. pág. 425. Es también digna de notarse otra observación del mismo historiador filósofo: "Después de la destrucción de los Jesuitas, dice, se vió que la autoridad Papal declinaba sensiblemente hacia su ruina; y tal vez o debe atribuir á esta causa, mas bien que al progreso de las luces, su rápido y pronto trastorno (Apud eumd. pág. 424)." A la verdad, si la Cátedra de Pedro hubiese sido obra de los hombres, tendría razón este filósofo incrédulo...