Por un lado, la crisis que marca el fin de la religión judaica, que da paso a la del Nuevo Testamento; por el otro, la crisis que señala el fin de la religión de la tierra, que será abolida para dar paso a la de la eternidad.
De un lado o del otro, días como nunca vimos, que nunca deberíamos ver semejantes en este mundo: pero, días de venganza en el tiempo del asedio, (Lucas,XXI, 22), porque nunca veremos, jamás veremos venganza semejante a la que entonces se ejerció contra Jerusalén; días de persecución en el tiempo del anticristo, (Mat., XXIV, 29), porque nunca veremos, nunca veremos persecución comparable a aquella donde Satanás, más desatado que nunca, ejercerá su seducción sin límites por medios inauditos hasta entonces.
La abominación desoladora
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