VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SANTA TERESA DE JESÚS, Virgen


15 de octubre del Año del Señor

SANTA TERESA,
Virgen

Así, pues, con gusto me gloriaré en mis flaquezas,
a fin de que la fuerza de Cristo habite en mi.

(2 Corintios, 12, 9).

Santa Teresa, española de noble alcurnia, partió de su casa a la edad de siete años, con su hermano Rodrigo, en busca del martirio entre los moros; un tío frustró su intento volviéndolos a casa. A los veinte años entró en el Carmelo, y encontró en él un verdadero martirio en las austeridades que practicó, en las enfermedades del cuerpo y arideces del espíritu que padeció durante veinte años, en las calumnias que debió padecer y en las contradicciones que encontró en su empresa de reformar la Orden. Murió en 1582, a la edad de 67 años. 


ORACIÓN

Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que, al alegrarnos con la fiesta de Santa Teresa, seamos alimentados con el pan de su celestial doctrina y abrasados con los sentimientos de su tierna piedad. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE
SANTA TERESA

I. Santa Teresa vio a un Serafín que le transverberaba el corazón con un dardo inflamado. Desde entonces no pensó ya sino en amar a Dios, extender su gloria y convertir a los pecadores, diciendo que se quedaría feliz en el Purgatorio hasta el día del Juicio si con ello pudiese convertir aunque no fuera sino a un alma. Todos los bienes que Dios me prodiga, todas las gracias que me concede, son como otros tantos dardos que deberían inflamar mi corazón de amor a Dios. Señor, me ordenáis que os ame: dadme la gracia de cumplir vuestras órdenes y ordenadme lo que os plazca. (San Agustín).

II. "¡O padecer o morir!". En este lema de Santa Teresa, encontramos los dos efectos de su amor. ¡Quiere sufrir para asemejarse a Aquél a quien ama! Esta santa busca la cruz y tú la huyes; ella quiere vivir sólo para padecer y tú quieres vivir sólo para divertirte. Que en adelante su lema sea el tuyo.

III. Santa Teresa anhela morir una vez que nada tenga ya para sufrir en este mundo, a fin de ir a ver a Dios, único objeto de su amor. ¿Anhelas tú la muerte? Por el contrario, la temes como fin de tu felicidad y comienzo de tus sufrimientos, porque te gozas con el mundo. Lo que debes temer es el juicio de Dios. Puedes evitar el rigor de este juicio viviendo una vida santa. En cuanto a la muerte, no debes temerla, puesto que no puedes sustraerte a ella. Nadie debe temer lo que no puede evitar. (Tertuliano).

*En efecto, mis queridos hermanos. La insigne vida de Santa Teresa de Ávila nos enseña que debemos vivir esta vida mortal con el único propósito de prepararnos para la muerte, cuando habremos de comparecer ante el Juez Eterno Nuestro Señor Jesucristo, para dar cuenta de todas nuestras acciones e intenciones. Por tanto, siguiendo el bendito ejemplo de Santa Teresa y de tantos otros Santos, es preciso que muramos a este mundo y nos separemos de sus vanidades engañosas, que sólo están ahí para distraernos peligrosamente de nuestro verdadero propósito, que no es otro que el de ir a ver a Dios y gozar de Su compañía en la gloria. La amistad y afición a las cosas mundanas es enemistad y aversión hacia Dios y los bienes espirituales. Se engañan, pues, quienes piensan que puede haber cualquier concordia o armonía entre Dios y el mundo, entre la vida espiritual y los asuntos mundanos, pues todos los grandes Santos, Doctores y maestros de la piedad y la mística cristiana siempre han predicado justamente lo contrario: para aspirar a la perfección y agradar a Dios, el alma debe necesariamente mortificarse a sí misma y separarse del comercio de las cosas de aquí abajo, ambicionando los bienes celestiales que están limpios de cualquier resto de orgullo o vanidad. Si todos temieran el juicio de Dios y vivieran santa y castamente, no habría pecado en la tierra y esto sería un auténtico paraíso anticipado; mas, como no es así, debemos hacernos violencia y cargar con la cruz particular que el Buen Dios nos ha preparado para separarnos del mundo y su falso espíritu. Que Santa Teresa nos ayude a entrar por la senda estrecha y desconocida de la santificación, a la que solo se accede mediante muchos sacrificios y renuncias, comenzando por la más importante de todas, la mortificación de nuestro amor propio.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


15 de Octubre del Año del Señor.
SANTA TERESA DE JESÚS.
Virgen
n. 28 de marzo de 1515 en Ávila, España;
† 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, España
Patrona de personas en órdenes religiosas; personas ridiculizadas por su piedad; enfermos; quienes han sufrido la pérdida de sus padres; aquellos con necesidad de recuperar el estado de gracia. Protectora contra las enfermedades del cuerpo; dolores de cabeza.

Así, pues, con gusto me gloriaré en mis flaquezas, a fin de que la fuerza de Cristo habite en mí. (2 Corintios 12, 9)

+ En Alba de España, santa Teresa, Virgen, que fue madre y maestra de los Frailes y Monjas de la Orden Carmelitana de la estrecha observancia.
+ En Cracovia de Polonia, el tránsito de santa Eduvigis, Viuda, Duquesa de Polonia, la cual, consagrada al servicio de los pobres, resplandeció también en milagros. El Papa Clemente IV la puso en el catálogo de los Santos; pero su fiesta se celebra el día siguiente.
+ En Roma, en la vía Aurelia, san Fortunato, Mártir.
+ En Prusia, san Bruno, Obispo de los Rutenos y Mártir, que, predicando en aquella región el Evangelio, detenido por los impíos y cortados los pies y las manos, fue decapitado.
+ En Colonia, el triunfo de trescientos santos Mártires, que en la persecución de Maximiano acabaron el curso de su combate.
+ En Cartago, san Agileo, Mártir, en cuya fiesta predicó san Agustín en su alabanza un sermón al pueblo.
+ En Lyon de Francia, san Antíoco, Obispo, el cual, desempeñando con tesón el sublime cargo de Pontífice, a que había sido elevado, alcanzó el reino celestial.
+ En Tréveris, san Severo, Obispo y Confesor.
+ En Estrasburgo, santa Aurelia, Virgen.
+ En Alemania, santa Tecla, Abadesa y Virgen, la cual puesta al frente de los monasterios de Kitzingen y Ochsenfort, colmada de méritos, subió al cielo.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.




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