VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

MEDITACIONES DE SANTO TOMÁS DE AQUINO (VI)

 


Santo Tomás de Aquino
SEGUNDA MEDITACIÓN
Que debemos comenzar a purificarnos por el horror al pecado mortal.

Hay en el mundo un mal, un mal infinito, fuente de todos los males, cuyo nombre debería hacernos temblar: es el pecado mortal (1). Sí, lo que nos debe mantener siempre en el temor y llenarnos de confusión, ¡es el haber ofendido a Dios! Si consideramos que constantemente tenemos en nosotros este carácter de pecadores, sea cual sea la desgracia que nos aflige, incluso si la naturaleza entera se levantara contra nosotros, seguiríamos persuadidos de que no tenemos derecho a quejarnos, porque es justo que la naturaleza, con todos los seres que contiene, vengue en nosotros al Dios que es su Autor y a quien nosotros ofendimos. Por lo tanto, debemos intentar concebir todo el horror posible hacia el pecado, y establecernos en este principio de que no hay tormento que no debamos sufrir en lugar de exponernos a cometer un pecado mortal. Debemos incluso vivir continuamente en la confusión, el dolor y la compunción por haber ofendido a Dios. Pero para movernos a este sentimiento, hagamos primero tres consideraciones, que serán para nosotros tres grandes fuentes de lágrimas.

I. El pecado ofende a Dios.
II. El pecado nos priva de Dios.
III. El pecado hizo morir a Dios.

(1) D. Th. I. Q. 48, A. 6.

Continuará...


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