VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

Mons. GAUME - ¿PARA QUÉ SIRVE EL PAPA? (IV)


Mons. Jean-Joseph Gaume

¿Para qué sirve la piedra angular de un edificio?... ¡Pues! el Papa es la piedra angular del edificio social, que no puede existir sin dignidad, sin libertad, sin seguridad, sin propiedad.


Al preservar el cristianismo, el Papa preserva la dignidad humana. Saber resistir hasta la sangre en lugar de doblegarse ante el error o la injusticia es lo que constituye la dignidad del hombre. Esta dignidad, a la que las sociedades deben su apoyo y la humanidad sus glorias, recae esencialmente en el Papa. ¿Cómo? Porque el sacrificio, incluso de la vida, a la verdad y a la justicia, implica un conocimiento cierto, la convicción invencible de la verdad y de la justicia.


Tal certeza requiere dos condiciones: infalibilidad y libertad de expresión, órgano de la verdad y la justicia. Ahora bien, sin un Papa no hay infalibilidad, y sin un Papa independiente no hay libertad de expresión, no hay libertad necesaria, manifiesta y reconocida para imponer la fe.


En su lugar, ¿qué tendremos? Hoy la incertidumbre de la verdad y la incertidumbre del derecho. Mañana, uno de esos grandes desgarros que llamamos cisma. Con el cisma se produjo una lúgubre procesión de divisiones, de odio, prevaricación, disturbios religiosos y sociales, la ruina de la fe y el exceso de la moral. Para los sacerdotes: funcionarios degradados; papas ignorantes, como en Rusia; clérigos casados, como en Inglaterra. Para la Iglesia: un ama de casa, condenada a los oficios más bajos y devorando, sin decir palabra, todos los desechos del desprecio, todas las vergüenzas de la servidumbre.


¿Qué más tendremos? El hecho en lugar del derecho. La infalibilidad usurpada en lugar de la infalibilidad legítima. Los reyes serán papas. En lugar del símbolo católico, tendrás credos creados por el hombre, firmados por Elisabeth o Nicolás. Ante estos trozos de papel, sacados del gabinete de un déspota o del tocador de una cortesana, tendrás que postrarte. Bajo pena de muerte, deberéis besarlos como al Evangelio y, al besarlos, abdicar de toda dignidad moral.


Así degradada en sus aspectos más nobles, ¿qué será de la humanidad? Lo que ella era ante el Papa. ¿Qué era ella entonces? Lo decía un pagano: era ganado expuesto en una feria, y siempre dispuesto a ir al mejor postor: Urbem venalem et mature perituram si emptorem invenerit.


¿En qué se convierte la sociedad? En lo que es en todas partes sin el Papa: un gran bazar donde todo se vende, porque todo se puede comprar: la libertad, el honor, la conciencia.


¿En qué se convierten los hombres más orgullosos? En lo que eran en la Roma de los Césares: expertos en todos los oficios, abogados de todo menos de la verdad, prestadores de todos los juramentos, cortesanos igualmente sinceros de Vitelio y Othion, augusto senado deliberando con gravedad sobre la salsa del rodaballo que debía alimentar su amo.


Para preservar la dignidad humana: para eso sirve también el Papa.


Continuará...

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