Abbé Paul Barbieux
¿Cómo predicarán los predicadores, clamó San Pablo en su epístola a los Romanos, si no son enviados a vosotros? (Rom. x. 15). Nadie, añade en su epístola a los Hebreos, debe atribuirse honor a sí mismo; pero sólo el que es llamado por Dios, como Aarón. (Hebr. v. 4.) ¡Pero qué lejos están estos principios de los de los innovadores! Predican y se atribuyen el honor supremo de derribar con su voz y con su aliento el trono de Pedro, ese trono que Jesucristo había fundado con sus propias manos, asegurando que duraría para siempre*. Incluso afirman elevar a otros; Sin embargo, ¿cómo podría alguien creerles si no son enviados por nadie?
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*“Durante el tiempo de la vacante, la Iglesia permanece firmemente establecida, que es fruto del ejercicio del primado. [...] Durante el tiempo del asiento vacante, la Iglesia y su unidad permanecen firmemente en su lugar con el ejercicio preexistente del primado, así como la ley y providencia actual de Cristo, que prohíbe la transformación de la monarquía en gobierno colegiado o la disolución de la una Iglesia en varias autocéfalias. [...] Extraída de la influencia dinámica del papado, más pronto que tarde se convierte fatalmente en desintegración y división, ya sea en el protestantismo quebrado o en la desintegración del autocefalismo nacional en el orientalismo.”
DE ECCLESIA CHRISTI
TIMOTHEUS ZAPELENA SJ
Página 336
https://archive.org/details/deecclesiachrist0001zape/page/336/mode/2up?view=theater
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