VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EL FUNDAMENTO Y EL PEDESTAL ES PEDRO

 

MAURO CAPPELLARI
S.S.Gregorio XVI
El Triunfo de la Santa Sede y de la Iglesia contra los ataques de los novadores (jansenistas)

¿Y cómo se deben entender y explicar católicamente, supuesto todo lo que hemos demostrado de la infalibilidad de Pedro, estas magníficas promesas hechas por Cristo a los Apóstoles y a la Iglesia? 

Antes de todo, no se puede dudar que en ellas miró siempre Cristo la Iglesia en orden a su fundación: super hanc Petram. Y mientras el edificio esté unido a su fundamento, y unida la columna con su pedestal, ni este ni aquella se arruinarán jamás. 

Y una vez que Cristo se comprometió a tener siempre unidos con su base al uno y a la otra, aseguró una perpetua subsistencia al edificio y a la columna; y lo mismo es decir: no se arruinará la fábrica, no se caerá la columna, que decir: jamás se separarán de los fundamentos. 

Ahora bien, el fundamento y el pedestal es Pedro, de quien por las promesas de Dios estamos seguros que no podrán separar a la Iglesia ni la furia de las herejías, ni la malicia de los hombres, ni el poder del infierno: y la Iglesia es el edificio y la columna que comprende esencialmente al mismo Pedro como ya lo habemos demostrado, y como lo infiere San Ambrosio de la declaración de Cristo: Tu es Petrus &c. diciendo: ubi ergo Petrus, ibi Ecclesia, y al contrario non ibi Ecclesia, ubi non sit Petrus. 

Es este tan necesario a la perfección del maravilloso edificio de la Iglesia, que siempre que esta se nombra, sería una contradicción manifiesta el suponer excluido a San Pedro: lo que de consiguiente se debe entender también en todas las promesas que alegan los novadores como hechas a la Iglesia. Estas promesas las dirigió Cristo a la Iglesia en su integridad, que le faltaria, si no se comprendiese en ella su cabeza y fundamento: de modo que el argumento que intentan formar los contrarios de aquellas promesas contra las prerrogativas de Pedro, no impide que tengamos siempre que examinar si deberían y podrían verificarse en la Iglesia separada de Pedro; y por consecuencia, conservándose unida que influjo reciba de Pedro en fuerza de su primado. 

La promesa con que Cristo juró asistir perpetuamente a los Apóstoles y a sus sucesores, es decir a toda la Iglesia: Ego vobiscum sum usque ad consummationem sæculi, en nada favorece tampoco a los novadores, por ser posterior a la elección de Pedro para piedra, y de consiguiente a la manifestación de la forma que Cristo quiso dar a la Iglesia, esto es, posterior a la institución del centro, a que deben estar inmóvilmente unidos todos los Pastores para conservar la unidad de la fé. 

Cristo pues está perpetuamente con sus discípulos, cuando hace que estén perpetuamente unidos con su centro: y he aquí con cuanta facilidad se concilian todos los pasages, que con aire de triunfo nos oponen los contrarios, con la absoluta infalibilidad de San Pedro. 

Es este un privilegio tan inseparable de él como el mismo primado; y aun tampoco se podría demostrar el verdadero primado de jurisdicción, negándole la infalibilidad, como hemos probado hasta la evidencia explicando la metáfora de Piedra, y como se demuestra con la misma claridad por la oración que hizo el Salvador especialmente en favor de Pedro: Ego rogavi pro te, ut non deficiat fides tua, unida al precepto de confirmar a sus hermanos en la misma fé: Et tu aliquando conver sus confirma fratres tuos.


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