24 de octubre del Año del Señor
SAN MAGLORIO,
Obispo y Confesor
Velad sobre vosotros mismos, no sea
que se hagan pesados vuestros corazones
con la glotonería y la embriaguez.
(Lucas, 21, 34).
San Maglorio, oriundo del país de Gales y obispo de Dol, en Bretaña, de ordinario alimentábase sólo de pan y legumbres; los miércoles y viernes absteníase de todo alimento. Dejó su episcopado para retirarse a la soledad; pero tantas personas iban a buscarlo allí que estuvo a punto de ocultarse en otra parte, lo que le impidió su obispo. Advertido sobre su muerte, pasó en la iglesia los seis meses que le quedaban de vida, repitiendo sin cesar: No pido más que una cosa al Señor: habitar en su casa todos los días de mi vida. Murió en el año 575 a muy avanzada edad.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Maglorio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN
SOBRE LA SOBRIEDAD
I. La sobriedad es la muerte de todos los vicios y la vida de todas las virtudes; desapega al espíritu de la materia, fortifica el cuerpo, hace al hombre más apto para la oración. El ayuno, según Tertuliano, es el alimento de la plegaria. ¿Cómo practicas tú esta virtud? ¿No puedes quitar de tus comidas ciertas delicadezas, a fin de honrar la amargura de la hiel que se dio a Jesús por ti en la cruz?
II. La glotonería produce efectos opuestos. Produce molicie al cuerpo, enerva el espíritu y nos hace incapaces de elevarnos a Dios por la oración. Por eso, los santos se dedicaron, desde el comienzo de su conversión, a atacar virtuosamente este vicio mediante continuos ayunos. Sabían que, si el ayuno no es la perfección de la virtud, es la base y la santificación de todas la virtudes. (San Jerónimo).
III. A fin de desprenderse de la glotonería y adquirir la sobriedad, sabe que es necesaria poca cosa para sostener las fuerzas corporales, y que nada hay más contrario a la salud que los excesos de la mesa. Acuérdate del ayuno de Jesucristo; piensa en los rigurosos ayunos que observaron tantos santos. ¡Que! ¿preciso será que alimentes con tanta delicadeza a este cuerpo que debe ser muy pronto el alimento de los gusanos, mientras desprecias a tu alma que es inmortal? Nos alimentamos, engordamos nuestro cuerpo, y descuidamos nuestra alma. (San Crisóstomo)
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
SAN RAFAEL
ArcángelPatrono de los médicos; farmacéuticos; enfermeros; personas ciegas y con problemas visuales; personas con problemas mentales; enfermos; jóvenes; amor; parejas; viajeros; pastores. Protector contra las enfermedades, en especial de la vista; problemas mentales; pesadillas.
Porque yo soy el Ángel Rafael,
uno de los siete que asistimos ante el Señor.
uno de los siete que asistimos ante el Señor.
(Tobías 7, 15)
En el libro de Tobías, nos refiere el Espíritu Santo, muy a la larga, los favores dispensados por este Arcángel a la familia dichosa de Tobías. En ellos adivinamos los oficios de caridad y vigilancia que los ángeles, y en particular San Rafael, ejercitan con nosotros. El significado de su nombre, «medicina de Dios», y su misión celestial como compañero de viaje, nos han de mover a invocarle en las enfermedades del alma y del cuerpo, y siempre que hayamos de emprender un camino. La fiesta de San Rafael fue extendida a la Iglesia universal por Benedicto XV.
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+ La fiesta de san Rafael Arcángel, cuya dignidad y beneficios se celebran en el sagrado libro de Tobías.
+ En Venosa de la Pulla, el triunfo de los santos Mártires Félix, Obispo Africano, Audacto y Jenaro, Presbíteros, Fortunato y Séptimo, Lectores; los cuales, en tiempo de Diocleciano y por orden del Procurador Magdeliano, fueron por largo tiempo maltratados con cárceles y prisiones en África y Sicilia, y no queriendo Félix de ninguna manera entregar los Libros sagrados, conforme al edicto del mismo Emperador, finalmente, degollados, consumaron el martirio.
+ En Tongres de Bélgica, san Evergislo, Obispo de Colonia y Mártir, el cual, habiendo ido allá por la solicitud de su oficio pastoral, mientras de noche se dirigía solo a orar en el monasterio de santa María Madre de Dios, traspasado por los ladrones con una saeta, acabó la vida.
+ En la ciudad de Nagrán, tierra de los Homeritas, en Arabia, el suplicio de los santos Aretas y trescientos cuarenta Compañeros, en tiempo del Emperador Justino y del tirano judío Dunaán. Después de ellos fue echada a las llamas una mujer Cristiana, cuyo hijo de cinco años, que balbuciendo confesaba a Cristo, no pudiendo ni con caricias ni con amenazas ser detenido, se precipitó al fuego donde estaba ardiendo su madre.
+ En Constantinopla, san Proclo, Obispo.
+ En la isla de Jersey, san Maglorio, Obispo, el cual, renunciando el cargo episcopal que por tres años había ejercido con los Bretones dispersos en Armórica, construyó en aquella isla un monasterio donde pasó santamente el resto de su vida. Su cuerpo fue trasladado más tarde a París.
+ En el monasterio de Montefrío, Diócesis de Carcasona en Francia, San Antonio María Claret, un tiempo Arzobispo de Cuba, Fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, preclaro por el celo de las almas y por la mansedumbre; al cual el Sumo Pontífice Pío XII inscribió en el catálogo de los Santos.
+ En el monasterio de Durín en Francia, san Martín, Diácono y Abad, cuyo cuerpo fue de allí llevado al monasterio de Vertou.
+ En Campania, san Marcos Solitario, cuyos esclarecidos hechos escribió san Gregorio Papa.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
