Por otra parte, ¡es digno de lágrimas adónde vayan a parar los desvaríos de la humana razón apenas alguien se prende de las novedades y se empeñe, contra el aviso del Apóstol, en gustarlas más de lo que conviene gustar y, confiando demasiado en sí mismo, piense buscar la verdad fuera de la Iglesia Católica, en la cual se encuentra limpia aún del más leve polvo de error, y la cual por lo mismo se llama y es la columna y el fundamento de la verdad! Bien entendéis, Venerables Hermanos, que Nosotros también hablamos aquí de aquel falaz sistema filosófico enteramente reprochable y no introducido al principio como tal, en el cual, por el vil y desenfrenado afán de novedades, la verdad no se busca donde ciertamente está, y, menospreciando las santas y apostólicas tradiciones, se aprenden otras doctrinas vacías, fútiles, inciertas y no aprobadas por la Iglesia en las cuales piensan falsamente hombres vanísimos que se apoya y sustenta la verdad.
Dado en Roma, junto a San Pedro el 24 de Junio del año 1834, de Nuestro Pontificado el año cuarto.
Singulari nos Encíclica
S.S. Gregorio XVI