Además, la Iglesia exige de aquellos que se han dedicado a promover sus intereses, algo muy diferente de detenerse en cuestiones inútiles; les exige que dediquen todas sus energías a conservar la fe intacta y sin mancha de ningún soplo de error, y que sigan muy de cerca a aquel a quien Cristo ha puesto como guardián e intérprete de la verdad. Se encuentran hoy, y en número no pequeño, hombres, de los que el Apóstol dice que: “Teniendo comezón de oír, no sufrirán la sana doctrina, sino que se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y ciertamente apartarán de la verdad su oído, y se volverán a las fábulas” (II Tim. 4:34).
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QUE NO HAYA INNOVACIÓN; ATENERSE A LO QUE SE HA DICTADO
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día primero de noviembre de mil novecientos catorce, fiesta de Todos los Santos, año primero de nuestro Pontificado.
https://www.papalencyclicals.net/ben15/b15adbea.htm