VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SANTA BRÍGIDA, Viuda


8 de octubre del Año del Señor

SANTA BRÍGIDA,
Viuda

Fiel es esta palabra:
Si hemos muerto con Él
también con Él viviremos.
(2 Timoteo, 2)


Santa Brígida, noble dama sueca, nacida en 1302, pronto dio muestras de una gran devoción a la Pasión de Jesucristo. Después de un sermón relativo a sus padecimientos, se le apareció el Salvador ensangrentado. De tal modo la conmovió este espectáculo, que desde entonces no podía oír hablar de la Pasión sin verter abundantes lágrimas. Todas las noches se levantaba para orar a Dios ante su crucifijo. Dejó a la posteridad sus maravillosas Revelaciones. Contrajo matrimonio con Ulf, del que tuvo ocho hijos. Fundó después una Orden que lleva su nombre; entró de religiosa en ella y su marido en la Orden del Cister. Visitó Jerusalén y murió en Roma el 23 de julio de 1373.


ORACIÓN

Señor Dios nuestro, que por vuestro Unigénito Hijo, habéis revelado a Santa Brígida los secretos del cielo, haced, por su piadosa intercesión, que vuestros servidores un día se regocijen eternamente en la posesión de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE LA MORTIFICACIÓN

I. Debes alejar de ti, mediante la mortificación, todo lo que pueda llevarte al pecado mortal; no es éste un consejo, es un verdadero precepto. Si te expones a las ocasiones de ofender a Dios, en ellas perecerás. El Evangelio te manda arrancarte el ojo y la mano que te escandalicen, es decir, dejar aquello que más quieras, cuando sea para ti ocasión de ofender a Dios. ¿Lo haces?

II. En la medida en que puedas, abstente de los placeres permitidos. Cuanto más te despegues de las consolaciones de la tierra, tanto más gustarás los gozos del cielo. Esta mortificación te impedirá caer en pecado. Un momento de sufrimiento en esta vida me librará de largos días de dolor en el purgatorio: ¿por qué, pues, he de amar mis comodidades al punto de no querer sufrir nada? Sed al mismo tiempo sacerdotes y víctimas, perseguidores y mártires. (San Eusebio).

III. Aun cuando la mortificación no me ofreciese más ventaja que la de hacerme semejante a mi Salvador crucificado, ¿no sería suficiente para hacérmela amable? Ella me hace recordar lo que Él ha sufrido por mí. ¡Oh alma mía! ¿dónde está el amor que tienes por Jesús? Si lo amas, debes asemejarte a Él; si rehúsas participar de sus padecimientos, no esperes participar de su gloria. ¿ Tan poco amor tengo por ti, oh Dios, que tanto me amasteis, que puedo vivir sin dolor viéndote en la cruz? No puedo estar sin heridas cuando te veo cubierto de llagas. (San Buenaventura).

*En efecto, mis queridos hermanos. La mortificación nos es necesaria a todos los que aspiramos a parecernos a Cristo Jesús, pues en eso consiste el cargar con nuestra cruz y seguir al Hijo de Dios, en aceptar las contrariedades, penas y humillaciones que Dios tenga a bien enviarnos para hacernos humildes y crucificar nuestro orgullo. Lo más difícil es aceptar la mortificación de nuestra propia voluntad, pues todos tenemos ese punto de amor propio que nos lleva a querer salirnos siempre con la nuestra y hacer las cosas según nuestro libre albedrío, sin querer someternos a nadie, de ahí que haya muchos que se rebelen ante la corrección fraterna y reaccionen con indignación. La mortificación de la obediencia al Magisterio y la Disciplina infalibles del último Vicario de Cristo, S.S. Pío XII, es algo que causa horror a un gran número de personas, lo cual les lleva a caer en el cisma hábilmente sugerido por los falsos profetas surgidos de las sectas tradicionalistas y sedevacantistas, quienes han constituido un espantoso conglomerado de comunidades heréticas acéfalas que se imaginan impíamente poder funcionar con una ficticia jurisdicción que, según ellos, les sería otorgada directamente por N.S.J.C., sin pasar por el Sumo Pontífice, lo cual es la misma barbaridad satánica sostenida por los herejes y cismáticos de todas las épocas, pues únicamente del Papa procede todo poder de jurisdicción en la tierra, por voluntad expresa de N.S.J.C., y nadie puede emprender nada sin el consentimiento del postrer Sucesor de Pedro. De ahí que debamos huir a toda prisa de esos infelices intrusos que se han atrevido a desobedecer a aquél que fue puesto por Dios Hijo como piedra y fundamento de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, pues el Padre Eterno les ha enviado la Operación del error para cegarlos y que no conozcan la Verdad, ya que tuvieron la suicida osadía de ningunear y desobedecer al lugarteniente supremo de Dios en la tierra. Que Santa Brígida nos haga muy mortificados y obedientes a nuestro amado Papa Pacelli, para que merezcamos permanecer dentro del Redil del Buen Pastor hasta que Él nos llame a su santa presencia.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


8 de Octubre del Año del Señor.
SANTA BRÍGIDA
Viuda
n. 1302 en Skederid (Uppland), Suecia;
† 23 de julio de 1373 en Roma, Italia

Fiel es esta palabra: Si hemos muerto con Él también con Él viviremos. (2 Timoteo 2, 11)

+ Santa Brígida, Viuda, cuyo tránsito se conmemora el 24 de Julio, y su Traslación el día de ayer.
+ El mismo día, la dichosa muerte del santo viejo Simeón, de quien se lee en el Evangelio que recibió en sus brazos a nuestro Señor Jesús, al ser presentado en el templo, y profetizó acerca de él.
+ En Laodicea de Frigia, san Artemón, Presbítero, que por el fuego recibió en tiempo de Diocleciano la corona del martirio.
+ En Salónica, san Demetrio, Procónsul, que, por haber convertido muchísimos a la fe de Cristo, por orden del Emperador Maximiano cosido a lanzadas, consumó el martirio.
+ En el mismo lugar, san Néstor, Mártir.
+ En Sevilla de España, san Pedro, Mártir.
+ En Cesarea de Palestina, el suplicio de santa Reparata, Virgen y Mártir, que en el imperio de Decio, porque no quiso ofrecer sacrificio a los ídolos, fue con varios géneros de suplicios atormentada, y por último degollada. Su alma en figura de paloma fue vista salir del cuerpo y subir al cielo.
+ En territorio de Laón, santa Benedicta, Virgen y Mártir.
+ En Ancona, las santas Palaciata y Lorenza, las cuales, en la persecución de Diocleciano y presidiendo Dión, deportadas al destierro, se consumieron de trabajos y fatigas.
+ En Rúan, san Evodio, Obispo y Confesor.
+ En Jerusalén, santa Pelagia, apellidada la Penitente.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.